Curan hasta con gaseosa
Curan hasta con gaseosa

Edwin Sulunque Sánchez dice tener el don desde su nacimiento y a su “consultorio” han acudido desde humildes campesinos hasta personalidades políticas para ser sanados, pues existen males con la que la medicina moderna no puede.

Los chamanes aseguran tener tratos con los espíritus o son como una especie de intermediarios entre el mundo visible y estos entes, pero Edwin prefiere llamarse asÍ mismo herbolario, pues pese a tener la capacidad de ser “chamán” o “curandero”, se inclina al uso de hierbas para tratar a sus pacientes.

Según dice, existen males como el “chacho”, “el abuelo” o “mal de aire” que son causados por seres malignos los que no pueden ser combatidos con las medicinas normales, ya que de hacerlo el paciente tiende a empeorar.

“Así han venido muchos, después de ir a cuanto hospital y doctor quisieron, pero no les encuentran nada. Por ejemplo, acá curamos a la hija de un comandante, no creía, pero cuando vio el resultado cambió de parecer. También a un alcalde al que curamos en unas horas nomas”, señala.

Estas enfermedades, pueden acabar con cualquier persona en cuestión de horas o padecerlo durante muchos años. Indica que en sus fases más graves, suelen manifestarse mediante llagas, paraplejia, ceguera y hasta cuadros de demencia.

DIAGNÓSTICO. Pero para estar seguros de si es una enfermedad maligna, los chamanes aseguran tener métodos para emitir un diagnóstico certero, ya sea con la lectura de la hoja de coca o el maíz. Para asegurarse, practican al paciente el “jubeo” o pasada de cuy, lo que equivaldría a una radiografía.

“La enfermedad puedes verlo en maíz, en coca, hasta en la gaseosa, eso depende del don de cada curandero. Esto nos ayuda a ver si el enfermo es para doctor o para curación”, explica.

Una vez se sepa el mal que uno padece, la receta y el tratamiento dependerán de la gravedad. Expresa que a veces basta con que el chamán realice un pago a la Tierra y una oración.

“Pero para vivir sano y llevar una vida digna, uno siempre debe ser respetuoso con la naturaleza, honrar a la Madre Tierra y al Gran Espíritu; aprender del río, de los árboles y de las piedras; mirar siempre con los ojos del corazón y del alma, solo así podemos ser libres”, agrega.

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