Madres en el Hospital del Niño.
Madres en el Hospital del Niño.

Existen ángeles que no solo forman parte del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de Breña que a punto de profesionalismo y dedicación en el área de la salud equilibran sus responsabilidades laborales con el amor y la atención que brindan a sus propios hijos.

“TODOS SON MIS HIJOS”

Cuando la doctora María Ysabel Acosta era una niña supo que quería ejercer esta profesión porque veía como héroes a los médicos que la curaban las reiteradas veces que llegaba por alguna dolencia -nada crónico- al hospital Militar.

Sin embargo, transcurrido los años y cumpliendo diferentes roles como madre, mujer y profesional, ocurrió una situación menos frecuente que la puso en el papel de paciente y sacó a flote su fortaleza y valentía durante su tratamiento. “Me diagnosticaron con cáncer de mama en el 2017. Fue bastante duro. Aprendí que mi salud es lo más importante”, dijo.

Ella, con 67 años, y en sus más de 30 años de trayectoria en el instituto, ha ocupado la jefatura de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) (2010-2017) y en la actualidad lidera el Departamento de Emergencias de Áreas Críticas. También fundó la Unidad de Cuidados Intermedios del INSN, en enero del 2023.

La doctora - madre de Elizabeth y Mariela, quienes son urólogas y radican en el extranjero- aseguró encariñarse con sus pacientes. “Todos son mis hijos. Los niños son los más lindos del mundo. Me gusta mucho trabajar con ellos”, señaló.

“ME VEN COMO UNA MADRE”

Un programa de televisión que mostraba varias historias dentro de un hospital fue lo que motivó a Juana La Rosa Solórzano, con tan solo 14 años, a querer ser enfermera. Ella inició sus estudios en la Escuela de Enfermeras del exhospital del Niño, y desde 1983 comenzó a trabajar en el lugar deseado.

Durante su estadía en Neonatología, la enfermera pediátrica logró conocer a detalle el mundo de los recién nacidos donde demostró su tacto maternal con los pacientes, colegas y de forma paralela cuidar de sus dos hijas Johana y Grecia, quienes en muchas oportunidades la acompañaron en el trabajo.

“Al inicio de la carrera una bebita morenita fue abandonada por sus padres en el hospital. Se le agarró mucho cariño. Ella tocó mi corazón por la necesidad que tenía de un calor maternal. Estuvo varios meses aquí y fue bautizada siendo yo la madrina”, contó.

“LOS MÁS PEQUEÑOS ME DICEN MAMÁ”

La fisioterapeuta Carol Gorritti es muestra de que si uno se aventura puede conseguir grandes resultados en lo profesional. Ella estudió la carrera de Tecnología Médica en la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV), en la especialidad de terapia física y rehabilitación, porque desde muy joven quiso esa profesión y que inclusive la llevó a no cursar Medicina.

De esta manera, a sus 26 años ingresó con entusiasmo a trabajar en el Área de Rehabilitación del INSN, donde también hizo sus prácticas; sin embargo, no esperaba lo que el destino le tenía preparado: fue enviada a trabajar con pacientes quemados.

En la actualidad, la fisioterapeuta, de 58 años, forma parte del Servicio de Cirugía Plástica y Quemados y del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del INSN.

Dijo tener un cariño especial por todos sus pacientes sin diferencias. “Aquí son graciosos porque vienen y me dicen: doctora, tía, vecina o madrina. Tú le tienes que aceptar todo. Los más pequeños me dicen mamá”, comenta entre risas.

“MUCHO AMOR POR LOS PACIENTES”

“Siempre pienso en el paciente como si fuese mi familiar”, afirma la Técnica de Enfermería, Ana María Chiquillán, quien pese a tener una niñez y adolescencia difícil al carecer del cariño de una madre, ve que el buen trato a las personas trae recompensas en todos los aspectos.

Ana María comenzó por Emergencias en el INSN y terminará su trayectoria en esta misma área pese a que rotó por otras: Cirugía, Cardiología y Medicina D.

“La mayoría dice que Emergencias es el castigo porque se trabaja duro, pero para mí no es así. Aquí el tiempo se pasa volando y uno se acostumbra a su vida activa. Así soy en mi casa, todo lo hago rápido. Me dicen ‘correcaminos’”, narró con su amplia sonrisa y suave voz.

“Con una paciente de 12 años cardiología me encariñé. Ella me decía: ‘Yo sé que me van a operar, y ya no voy a volver. Sé que me voy a morir por eso he llamado a mi hermana para que se haga cargo de mi papá y mamá. Usted es buena persona, le va ir muy bien y tiene mucho amor por los pacientes. La quiero mucho como si fuera mi familia’”, recordó.

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