El trueque, una tradición que no acaba
El trueque, una tradición que no acaba

Desde hace mucho tiempo, llegan desde Huanta con un solo objetivo, comerciar como lo hicieron sus abuelos, tatarabuelos y demás generaciones, usando el tradicional trueque.

COSTUMBRE. Esta feria tradicional, que trae comercio y hermana a dos pueblos, se instala todos los años en la plaza principal de Acobamba. Al llegar a la feria, lo primero que veo es a dos mujeres concertar en quechua los productos que poseen y que necesitan, una saca granos de su manta mientras que la otra saca frutas, acuerdan cantidades y concluyen el trueque.

Una de ellas dijo llamarse María, quien solo recuerda que viene desde muy niña a esta feria tradicional.

Silvino Huamancayo Perez recuerda que desde que era niño veía cómo sus paisanos intercambiaban productos por otros, tal y como lo hacían sus bisabuelos desde tiempos inmemoriales.

“Recuerdo que intercambiaban con los huantinos frutas como la lucuma, chirimoya palta, ozon, caña, algodón, palillo, achiote, cacao a cambio daban maíz, haba, papa nativa, quinua, cebada, trigo, canastas”, afirmó

Para esta feria llegan pobladores huancavelicanos desde Paucará, Rosario, Andabamba, Anta, Pomacocha, Marcas, y otros.

Como toda tradición fue perdiendo varias costumbres, recuerda Silvino y detalla que una de ellas son las “mariquitas” que eran personas, así denominadas y encargadas por el mayordomo de la fiesta para recoger frutas y colaboraciones de los feriantes para compartirlos con todos.

Antaño, recuerda Huamancayo, los feriantes venían a lomo de bestia, ahora llegan en camionetas y furgones.

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