"¡Señor, gracias por este día! Permítenos una vez más llegar a cumplir lo que nos hemos propuesto. Danos las fuerzas necesarias para lograrlo!". Este es sólo un extracto de una sencilla, pero significativa oración de los actores del grupo teatral Emmanuel antes del inicio de su gran reto: Escenificar un año más el tradicional Vía Crucis de Jesús, encabezado por Mario Valencia, conocido como "Cristo Cholo" o "Cristo Pobre" de Lima.
Los preparativos se inician en el interior del Palacio Municipal del Rímac, donde una decena de personajes bíblicos, ataviados con atuendos propios de la época, se preparan para recorrer una vez más las calles del Centro Histórico de Lima en compañía del "Mesías" salvador. "Mi deseo es llegar a la cumbre del cerro San Cristóbal y ya no bajar de la cruz. Quisiera que el Señor me lleve en su gloria", nos confiesa Mario.
Este personaje asegura que se preparó hace meses para rendir al máximo en este día. Dice también que estar en ayunas es símbolo de la penitencia que debe cumplir para lograr su objetivo.
Hace 29 años escenifica la Pasión y Muerte de Jesucristo y hace 24 que realiza el vía crucis hasta el cerro San Cristóbal con su pesada cruz de 90 kilos a cuestas.
LLEGÓ EL MOMENTO. Al promediar las 13.00 horas, entre cánticos y rezos empezó el trayecto. "El Cristo Cholo" salió de la municipalidad rodeado de su séquito de "discípulos" y otros personajes más.
A su paso invitaba a los curiosos vecinos que salían a sus puertas y ventanas para que lo acompañen en su jornada hacia el calvario.
Varios de ellos se animaban y se unían a su paso. Otros se indignaban, ya que les parecía una burla que alguien se atreva representar a Jesús de esa manera e incrédulos le negaban su compañía.
A pesar de esto, los actores seguían firmes y no se amilanaban. Continuaban con sus cantos, un tanto desentonados, pero de "alabanzas" al Señor.
El grupo llegó al Paseo de Aguas del Rímac, pero algo frustró su jornada: La tan ansiada visista al albergue de ancianos "Canevaro" no se había coordinado con anticipación y vigilantes de esta entidad negaron la entrada al "Cristo Cholo".
Al parecer los directivos de este centro no tomaron en cuenta tan "celestial visita" en pleno Viernes Santo.
"Pero la marcha debe continuar", dijo Mario y después enrumbó el paso junto a su grupo hacia las parroquias de este distrito limeño. Las primeras que visitó fueron la iglesia de San Lázaro y Virgen del Rosario.
Al llegar al puente Trujillo, Mario Valencia detuvo su paso y recordó que un día antes (Jueves Santo) fue bautizado por San Juan Bautista en las turbias aguas del río Rímac.
AMIGO DE TODOS. Cuando bajó de esta estructura que está en refacción, muchos padres hicieron que sus niños posen para una foto con este popular personaje. El "Cristo Cholo" continuó su peregrinaje por el Jirón de la Unión donde fue reconocido por vendedores de tiendas y ambulantes quienes se acercaban a saludarlo con un fraternal abrazo. Así, bajo un sol sofocante llegó hasta la Plaza de Armas donde detuvo su andar en la Catedral de Lima para la plegaria correspondiente y un saludo en la sede de Palacio de Gobierno.
Luego de visitar la Plaza Mayor enrumbó hacia la iglesia Santa Rosa, donde empezó la escenificación de la Pasión de Jesús ante decenas de fieles.
EMPIEZA EL CALVARIO. La mayoría no dejó de compadecer al "Cristo Cholo", quien flagelado y con una corona de espinas verdaderas a cuestas empezó a cargar la pesada cruz de madera.
Latigazo, tras latigazo y con sangre por diversas partes del cuerpo continúo su camino hasta llegar a la iglesia Las Nazarenas.
El cansancio propio del trayecto hicieron que Manuel cayera una y otra vez, pero siempre aferrado a su pesada cruz.
A pesar de desfallecer por instantes continuó su recorrido por diversas iglesias del centro de Lima, la Plaza Mayor y calles aledañas. Las horas corrían y en cansancio se apoderaban cada vez más de los actores.
Para un merecido descanso los artistas del grupo Emmanuel llegaron hasta el municipio del Rímac. Aquí el "Cristo Cholo" pudo saciar su sed con un poco de agua.
Minutos después enrumbaron hacia el cerro San Cristóbal. El sol se alejaba y en Lima empezaba a anochecer. Ya en la cumbre de este cerro se daba inició al rito de la crucifixión en medio de un centenar de personas. Muchos de ellos se jactaban de tener el privilegio, una vez más, de presenciar en vivo la muerte de Jesús.
Manuel llegó rendido, pero conforme de haber cumplido nuevamente su gran reto.
De seguro esperará con ansias el próximo año para protagonizar nuevamente esta singular historia.
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El Vía Crucis del "Cristo Cholo"
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