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Es viernes y acaba de terminar la oración en la mezquita de Magdalena. Es un día tibio, alejado del verano agobiante. La brisa marina que llega desde la costa peruana relaja, crea una sensación de sosiego. Además hoy es una buena ocasión para festejar, pues se celebrará una boda en este pequeño pedazo del mundo musulmán en nuestro país. El presidente de la Asociación Islámica del Perú, Damin Husein Awad, casará a una pareja. "Nos uniremos como marido y mujer luego de seis años de relación", dice la novia quien lleva puesta su 'hiyab', vestimenta femenina islámica que cubre parte de su rostro y el resto de su cuerpo.

La ceremonia es sencilla. El hombre está alejado de cualquier tipo de elegancia occidental. Es decir: no lleva un opulento terno ni finos zapatos. Para su matrimonio usa unos jeans y una camisa de mangas cortas. En esta sala alfombrada nadie lleva calzado. La mujer, en cambio, usa un traje según la costumbre: un vestido plomizo que le da un toque de tradición y modernidad. "Es linda", dice uno de los familiares, cayendo en el elogio habitual para describir la luz de una novia delante del altar.

Aunque la pareja intenta mantener la calma, se nota su ansiedad: sonríen, se frotan las manos y previo a la ceremonia han hablado de cualquier cosa: el clima, lo limpia y bonita que se encuentra la mezquita. La ceremonia es corta y en ella se lee un documento con los acuerdos y los compromisos que deberán llevar como esposos. La boda la preside Damin Awad y luego de cinco minutos de lectura, que versa en las obligaciones del hombre y la mujer: fidelidad, amor y respeto mutuo, sellan el contrato con un abrazo, con gaseosa y torta. Luego las fotos y los recuerdos en esta mezquita donde Alá es la autoridad mayor.

El arte de vivir con fe

La mezquita de Magdalena es una casona construida en 1986 y se ubica entre la cuadra 37 y 38 de la avenida Brasil. Está frente a un seminario católico y a pocas cuadras de la iglesia del Sagrado Corazón de María, aquella en cuya cúpula se posa firme la estatua de la Virgen como vigilando Lima desde lo alto. "Hemos presenciado un matrimonio islam. Es una ceremonia de mutuo acuerdo entre el hombre y la mujer", explica Damin, escueto, rápido. Y es que pronto llegará una nueva oración que él debe iniciar.

El primer rezo fue a la 1:30 p. m. A este lugar de oración llegan palestinos, turcos, sirios, jordanos, libaneses, egipcios, marroquíes, paquistaníes, iraquíes e iraníes. El segundo rezo –al menos durante el viernes en que los visitamos- fue a las 4:30 de la tarde. "El viernes es un día sagrado para nosotros. Venimos a rezar, escuchar el sermón y confraternizar. Es como el domingo de los católicos. Rezamos, reflexionamos y nos saludamos", dice el mismo Damin, en otro momento, y ya más calmado por el ajetreo de la boda y el sermón a la comunidad.

El sermón de este último viernes 16 estuvo dedicado a la honestidad, a la honradez, a construir buenas amistades sin engañar a nadie, ni en el trabajo ni en la vida. "Hay que ser bien derecho. En palabras y en hechos, es el fondo de todo", afirman.

Amor en Alá

Los musulmanes en el Perú son unos 1.300 y tienen presencia oficial desde hace 25 años. La gran mayoría se encuentra en Lima y Tacna, donde existe otra mezquita. Los distritos limeños donde más población musulmana se concentra son San Borja, San Juan de Lurigancho y Magdalena. Para dar mayor conocimiento a los no musulmanes, en la mezquita de Magdalena se ofrecen talleres y sus puertas se abren para absolver las dudas que puedan existir sobre esta religión.

¿Cuál es el mensaje del islam?, preguntamos al presidente de la Asociación Islámica del Perú. "Muy sencillo: el islam significa que me someto a la voluntad de Dios. Es paz y es respeto a todas las religiones", y prosigue: "Lo que pasó en Francia (se refiere a los asesinatos en la revista satírica Charlie Hebdo) no es islam. El islam rechaza eso. Rechazamos la violencia y esos actos. El mensaje que nosotros ofrecemos es el de amor, paz y hermandad. Y al mismo tiempo el de ser tolerantes. El islam es conversar, jamás matar gente", enfatiza este peruano musulmán ensimismado en la paz impecable que su Dios le da.

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