La primera vez que Félix Espinoza se atrevió a crear esculturas de madera perdió dos dientes. Sangró y el color de la gubia –herramienta usada para el tallado de madera- cambió a un rojo intenso. El artista que no tiene brazos y padece una deficiencia en la pierna derecha, sufre de un mal congénito llamado agenesia, pero eso no lo detiene. Como esta mañana, que empieza a seleccionar los colores que usará para empezar a pintar su nueva obra. El bosquejo ya está listo y los colores primarios ya han sido trazados. Apoya sus dos muñones sobre la mesa y, con firmeza, sujeta con los dientes aquel pincel que tras humedecer refriega apasionadamente por las acuarelas para finalmente, al ritmo de su cabeza, dar vida a las imágenes plasmadas en la tela.

Esta mañana el artista se dirige a Punta Hermosa, donde está ubicado su taller. Aquella habitación donde deja estallar su creatividad y trazó las primeras obras que han sido vistas en el Perú y el extranjero. Apoyado de sus muletas y con un bolso que cuelga en su cuello, camina por una subida que lo lleva al cuarto adornado de sus cuadros, los cuales reflejan la evolución de su talento y que esta semana presentarán una muestra por el aniversario del distrito de Punta Hermosa, el cual durará aproximadamente dos semanas.

LA VIDA ES LIENZO. Félix, ya en su taller, empieza a viajar por el pasado y se detiene en su infancia. Tenía seis años cuando tuvo su primer encuentro con el arte. Cuenta que en una clase le pidieron hacer un 'collage' de fotos y él debía cortar un pincel, justo la herramienta que ahora es su fiel compañera. "Era la primera vez que agarraba la tijera y la goma. Como vieron que hice un corte perfecto, la profesora me recomendó que vaya a escuelas de dibujo", manifiesta. Es así que su mamá, oriunda de Alemania, Rosemarie Stemmler, quien lo adoptó a los cuatro años, lo empezó a estimular para que siga con esta rama artística que lleva en la sangre.

Pero nada fue fácil para el experimentado pintor. Resalta los momentos claves de su vida. El cómo se esforzó por valerse por sí mismo y no depender de nadie. Su ingreso al colegio Recoleta, donde era el único alumno con deficiencias físicas. Agradece la exigencia de la escuela con él, porque lo hizo ser competitivo. "(En el colegio) Hice cosas que hacían los demás, como tomar el carro solo, hacer deporte, y en fin, como todo chico normal. Eso me ha valido mucho, tanto en mi vida personal como en la profesional", menciona con emoción. Pero nada se compara al día que ingresó a la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde sus compañeros pensaron en un inicio que él era un visitante; sin embargo, al pasar los años, vieron en él un sinónimo de perseverancia.

Hoy en día revela que no sabría qué hacer aparte de crear obras artísticas. Suele introducirse en su cuarto por horas sin darse cuenta del tiempo. Su complejidad en esta rama ha sido tan completa que no solo dibuja en óleo, acuarelas o pinturas, también talla madera, realiza trabajos de serigrafía. Elabora cuadros con una técnica propia que consiste en espolvorear arena de colores sobre una madera untada en goma. "Creo que yo nací artista, y como siempre digo: mientras me den las fuerzas y la habilidad yo voy a seguir pintando", enfatiza Espinoza.

Asimismo menciona que realizar un trabajo sobre un lienzo de 1 m x 1 m le demora 20 días. Y que hay otras obras que pueden demorarle hasta cuatro meses. Finalmente revela que una pintura en arena puede tardar en estar lista hasta medio año, por ser un trabajo muy complejo, al realizarse en alto relieve.

DEL PERÚ AL MUNDO.Su primera presentación fue en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano (Icpna), donde tuvo una mención honrosa. Es un artista cuyo talento, reconoce, puede competir tanto en el Perú como en los 50 países que ha visitado alrededor del mundo. "En estos concursos las pinturas son con seudónimo y se entregan con sobres enumerados, así que nadie sabe quién está concursando. Eso hace que me esfuerce más", dice el pintor que actualmente tiene cerca de 170 exposiciones tanto dentro como fuera del país. Del mismo modo, rescata que cada año intenta hacer hasta cuatro exposiciones y siempre busca que su obra se reconozca en países como España, Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, entre otros.

Es así que Félix ha expuesto en diversas partes del mundo sus cuadros, siendo un ejemplo a seguir por muchos. Menciona que se ha presentado en el museo del dibujo de Alemania, donde sus obras se mezclaron con los dibujos de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Picasso, entre otros. Igualmente relata que la embajada peruana de Rumania lo invitó a exponer en una galería muy importante que se llama "Casa del Pueblo".

Para este año nos comenta que cuenta con múltiples propuestas de diversos países, pero aún no tiene nada definido, sin embargo, revela que hay muchas intenciones de que sus obras sean mostradas en Puerto Rico, Colombia y Europa.

EJEMPLO DE VIDA. Félix tiene conciencia de que su caso suele ser de admiración por muchos colegas y demás personas, "pero siempre lo tomo con humildad", resalta. Es por ello que este artista suele dar charlas cuando no pinta. Le gusta ir a colegios, universidades e institutos. Le fascina motivar profesionalmente a las personas. Le agrada que le pregunten de su vida y cómo fue que empezó. Pero lo que más lo llena de alegría es darles un 'empujón' a las personas que tienen las mismas dificultades que él.

"Siempre me esmero cuando hago mi trabajo. Y todo es por amor al arte. Me gusta tener éxito profesional, esa es mi satisfacción. Si Dios me hizo así y me dio este don, yo trato siempre de orientar a los demás jóvenes que tienen dificultades y motivarlos. Siempre trato de llegar a las personas y decirles que todo es posible en la vida si uno se lo propone y es perseverante", finaliza. Sin duda una historia inspiradora que va más allá de lo que se alcanza a ver en los lienzos. Fotos: Johanna Valcárcel

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