Nuestra compatriota Melissa Soriano tiene el afán por la aventura y el descubrimiento de nuevos lugares en los genes. Su padre fue parte del primer equipo integrado solo por peruanos que alcanzó la cumbre más alta del Perú, el Huascarán y fue el primero en subir a dicha cumbre completamente solo.
El 2003, el actual director de Correo Norte, Iván Slocovich, tuvo la oportunidad de entrevistarlo y hacer un perfil de este peruano que durante los años 60 y 70 fue considerado uno de los mejores alpinistas del país y hoy es el orgulloso padre de la peruana que con sus conocimientos ayudó a lograr que el 'rover' Curiosity llegue al planeta Marte.
A continuación replicamos la nota completa publicada el domingo tres de agosto del 2003:
'El tigre' que venció al Huascarán
Cuando a los siete años de edad Arturo SORIANO BERNARDINI no podía caminar debido a un ataque de verruga que en su Caraz natal le produjo una parálisis en parte del cuerpo. Nadie imaginó que una década más tarde sería uno de los 10 integrantes de la primera expedición peruana que logró hacer flamear nuestra bandera en la cumbre del Huascarán, a seis mil 768 metros sobre el nivel del mar.
"De la silla de ruedas pasé a escalar cerros. Yo estaba enfermo y un tío que era médico le dijo a mis padres que para poder caminar debería subir dos veces al día un cerrito que había cerca de la casa. Fue así como arrastrándome cuesta arriba aprendí a caminar", recordó quien entre los años 60 y 70 llegó a ser considerado uno de los mejores andinistas del país.
Ya curado de sus males y habiendo alcanzado el metro 94 de estatura, a los 17 años Soriano Bernardini tuvo que pedir permiso notarial a sus padres para ser parte de la primera expedición que se propuso llegar al nevado más alto del país, pese a que ninguno de los miembros del club andinista "Cordillera Blanca" contaba con equipos y conocimientos como para semejante aventura.
"Éramos diez personas de la zona que no habíamos recibido mayor instrucción en andinismo. Entre nosotros estaban los hermanos Yanac que se ganaban la vida desaguando lagunas en las alturas para evitar desbordes. Nos faltaba todo pero nos sobraban las ganas de ser los primeros peruanos en llegar a la cumbre que ya había sido vencida por dos expediciones extranjeras", dijo.
Recordó que para la primera escalada al Huascarán, compraron cuerdas en una ferretería de Caraz, consiguieron gruesas ropas y lograron que algunas tiendas les regalen alimentos para los seis días de aventura.
"Por suerte no necesitábamos oxígeno. Por ser todos de la sierra, con nuestros pulmones bastaría para llegar a la cumbre si soroche", agregó.
En esa expedición que culminó en la cumbre del Huascarán el 4 de agosto de 1953, la misión de Soriano Bernadini fue la de descender dos veces desde el nevado hasta el pueblo de Mancos, para entregar reportes periodísticos que la expedición mandaba a los diarios.
"Esa primera vez a mí no me tocó llegar a la cumbre, sino hacer labores de enlace. Era casi un niño", dijo.
Años más tarde, este hombre se cobró la revancha. No sólo llegó tres veces a la cumbre del imponente nevado, sino que en 1968 se convirtió en la primera persona en atreverse a escalarlo sin más compañía que su coraje y la vasta experiencia que ya tenía en ese entonces.
"Fueron 11 días que estuve caminando solo, luchando contra grietas, avalanchas y pendientes", recordó.
Varios años después cuando ya lo apodaban "El tigre de los Andes", Soriano Bernardini acompañado de su hermano menor, Erick, quien le siguió los pasos en su pasión por "escalar montañas para estar más cerca de Dios", también colocó la bandera peruana en el Aconcagua (Argentina), Cotopaxi (Ecuador), Ojo del Salado (Chile) y Popocatepel (México), entre otros picos.
Recortes periodísticos de marzo de 1967 dan cuenta incluso que Soriano Bernardini estableció un récord mundial de permanencia en la cumbre del Aconcagua, el monte más alto de América, con seis mil 970 metros sobre el nivel del mar.
Debido a su envidiable fortaleza física, se adelantó al resto de expedición, llegó primero a la cima y se dio el lujo de esperar dos horas para recién iniciar el descenso.
"Desde hace 24 años vivo en Virginia, Estados Unidos. Mis dos hijas menores, Melissa y Natalie, que tienen 21 y 20 años, han heredado mi pasión por escalar. Trepamos montañas juntos, pero provistos de equipos modernos y muy seguros, no como los que usé hace 50 años, cuando con nueve personas más nos atrevimos a poner nuestra bandera en la cumbre del Huascarán", finalizó;
"EL MAL RECUERDO DE YUNGAY". En julio de 1968, cuando Arturo Soriano decidió escalar sólo el Huascarán, vio algo que le llamó la atención: en la cumbre del pico norte de nevado había una inmensa cornisa de rocas y hielo que parecía estar a punto de desprenderse poniendo en peligro a la localidad de Yungay, que se encontraba casi en las faldas del macizo andino.
"Vi unas rajaduras inmensas que me dejaron claro que esa mole podría caer en cualquier momento. Fue por eso que al regresar avisé a geólogos y expertos tanto en Huaraz como en Lima, pero nadie me hizo caso. Entonces no me quedó otra que buscar a un amigo en un diario limeño ya desaparecido", recuerda este ex andinista.
No obstante, al llegar a la redacción de ese diario, los hombres de prensa no hicieron caso a la historia, por lo que le recomendaron que vaya a un diario algo sensacionalista que quedaba en el mismo edificio del Centro de Lima.
Ahí, los periodistas ávidos de historias, lo recibieron con los brazos abiertos y dieron en portada la noticia de que Yungay podría desaparecer.
"La noticia en ese periódico sonó algo así como a vienen los marcianos o a meteorito caerá sobre la tierra. Pero por desgracia no me equivoqué. Dos años después, el 31 de mayo de 1970, un terremoto hizo que esa cornisa del Huascarán se venga abajo y sepulte a Yungay por completo", dijo Soriano, quien perdió a mucha gente conocida en esa tragedia.