Mendigos y falsos pobres inundan Huancayo
Mendigos y falsos pobres inundan Huancayo

Antonio Raymondi decía que el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro. No le faltó razón, tenía toda la razón del mundo. En efecto, el Perú y todos los peruanos somos unos mendigos, de una u otra manera, siempre estamos con las manos extendidas, oficial o extraoficialmente, con licencia o sin licencia, formal o informalmente. Mendigos, sino veamos.

Ir y venir por las arterias de Huancayo colmadas de personas, autos, combis, tiendas, pollerías, en fin. Caminar por las calles Real, Giráldez, Ancash es contemplar numerosos mendigos, unos por necesidad que piden una limosna para sobrevivir, comer un pan y algo más. Son los pobres que viven de esta actividad.

También hay mendigos por avaricia, porque no gasta lo que tiene, guarda y quiere más, su deseo es tener mucho dinero a costa de su miseria. Cada centavo recaudado incrementa su patrimonio, no importa si anda descalzo y con el mínimo de ropa. Guarda su dinero en el banco, no sabe cuándo lo va a gastar, al final se muere en la indigencia y el banco se queda con su dinero.

FALSOS MENDIGOS. Inescrupulosos sujetos, se visten de mendigos, unos divagan por el centro de la ciudad, otros se establecen en lugares concurridos para aprovecharse de las personas de buen corazón y ciudadanos que se rinden por las emociones y terminan colaborando ante la apariencia de estos falsos menesterosos que pasan de una veintena.

La mendicidad en Huancayo no es semejante de pobreza, sino resultado de ociosos que viven atrapados del facilismo y avaricia. Máximo, conoce el movimiento económico de la ciudad, durante el día se ubica en la esquina de las calles Real y Lima y en la puerta de la Compañía de Bomberos de Huancayo.

Máximo la ‘pega’ de invidente, se pone lentes oscuros, lleva un cartel sobre el pecho, al caminar cojea y pide limosna, y en horas de la tarde, se saca sus gafas camina bien, hace compras en el Mercado Modelo y se dirige a su vivienda el anexo La Punta en el distrito de Sapallanga.

Otro mendigo discutible, es un anciano de 70 años aproximadamente, se establece en dos lugares, costado de la iglesia Catedral y en la puerta de Servicios de Postales del Perú (Serpos), tiene un costal con su ropa y bastón. El mendigo, hace años que pide limosna y dizque tiene ahorros en una Caja Municipal y un banco.

INDIGENTES. En la Ciudad Incontrastable también hay mendigos de oficio, están regados por la calles y le toman como un trabajo para obtener un salario, incluso tienen horario para esta labor, las horas punta, las reuniones, las grandes concentraciones de personas.

También están los mendigos por encargo, son aquellos son enviados para pedir a limosna, puede ser un niño, una niña; lo peor, una persona discapacitada, enferma o de la tercera y cuarta edad. Hay padres que envían a sus hijos a pedir limosna, hay hijos que llevan a sus padres a la esquina a pedir limosna y los recogen a determinada hora para contar la plata.

Mendiga es la iglesia que tiene licencia para recaudar fondos todo el año, ya sea para los niños, para los enfermos, para que el papa haga obras de caridad, también en las misas. Tienen licencia eclesiástica, la gente no sabe a quien rinden cuenta, ni cuánto recaudan. Los sacristanes dicen que tiran el dinero hacia arriba y dice que eso es para Dios y lo que cae es para ellos. Algunas iglesias piden el diezmo que hace grandes sumas.

BENEFICENCIA. ”Estamos proyectando un programa especial para mendigos, porque muchos de ellos son jóvenes o adultos que vienen con sus familias del campo y al no encontrar trabajo se ponen a pedir limosna en las calles como forma de conseguir dinero y sustentar a sus hijos”, precisó el presidente de Sociedad de Beneficencia de Huancayo (SBH), Tobías Molina.

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