Si usted ve a esta mujer de solo 1.50 metros, quizás se equivoque con ella. Porque la talla no es impedimento para asumir grandes retos y tomar drásticas decisiones. Se trata de Yolanda Cárdenas de Prada, quien a diario tiene que lidiar con terroristas, secuestradores y delincuentes de menor rango, porque dirige el penal de máxima seguridad Miguel Castro Castro desde hace más de 50 días.

Tiene una apariencia de madre trabajadora y mujer tranquila, pero es además una "mujer de hierro", una "Margaret Thatcher", como también la llaman. La misma que apenas asumió el cargo se trazó como objetivo principal imponer el orden y la disciplina entre los 2768 internos que forman la población penal de ese reclusorio de máxima seguridad.

Mano dura. "Tengo 26 años de servicio en el Instituto Nacional Penitenciario (Inpe). He trabajado en penales como Ayacucho, Huamancaca, San Jorge, Santa Mónica, y hasta hace 60 días laboré en Lurigancho", subraya orgullosa doña Yolanda.

Por ello, para esta mujer de 55 años, natural de Huanta y asistenta social de profesión, no es novedad tener que lidiar a diario con terroristas, narcotraficantes, secuestradores y delincuentes comunes.

Ella está acostumbrada al "lenguaje canero", lo cual la ayuda mucho a entenderse con los reos.

"Al primero que se me pone 'sabroso' (confianzudo) lo 'cuadro' (encaro) con un 'ajo y cebolla'. Y al primer faltoso que me quiera 'coimear' para recibir algún favor, le doy su 'chiquita' (merecido) con una mentada de madre y su respectivo cachetadón para que aprenda a respetar a la autoridad", nos cuenta, como una demostración de que maneja el lenguaje carcelario.

Primer objetivo. Cárdenas Prada recuerda que el 5 de marzo de este año, fecha en la que asumió la dirección del Castro Castro, se comprometió a reducir la "lacra" (internos sin remedio) de su población.

"Del "Penal Parrandero", como lo llamaban, por los escándalos protagonizados por internos coludidos con malos policías y trabajadores del Inpe, no queda nada", afirma con orgullo.

Las fiestas y escándalos, que eran las "actividades" de fin de semana de los reos, han sido reemplazados por talleres de cocina, cerámica, corte y confección. También se dictan clases de nivelación, y muchos presos se ganan la vida como peluqueros, panaderos, sastres.

Hay, incluso, un colombiano experto en cueros cuyos trabajos son muy requeridos fuera del penal; y un joven que vende sus pasteles a un conocido supermercado de Lima.

"Lo tengo muy claro, un reo ocioso nunca se va a regenerar y caerá siempre en el vicio", señala.

Le hacen la guerra. Su experiencia laboral, del 2009 al 2013, en el penal de Lurigancho, la ayudó a poner mano dura, cuando había que hacerlo.

"Sacar a policías y trabajadores corruptos de Castro Castro tuvo sus consecuencias. Me quisieron involucrar en un escándalo, pero todo quedó aclarado", dice en alusión a los 280 televisores LCD que dejó ingresar al penal para distracción de los internos, hecho que fue cuestionado por un sector de la Policía.

"Lo hice basándome en el Código de Procedimientos Penales, que es una ley vigente. Los presos juntaron su dinero para comprar esos televisores que se repartieron en los 12 pabellones que hay en el penal. Hay de 2 a 5 aparatos por piso, que equivaldría a una TV por cada 17 internos. En noviembre del año pasado se requisaron más de 462 unidades, pero estas sí habían ingresado ilegalmente y solo entretenían a unos cuantos con poder adquisitivo, como traficantes y terroristas".

El trabajo que le espera a doña Yolanda o "Margaret Thatcher", como también le gusta que la llamen, es arduo.

"El 70 por ciento de nuestra población llega del penal de Lurigancho y en su mayoría son reincidentes, otro 20 por ciento viene de Sarita Colonia (Callao) y son mayormente delincuentes comunes. Pese a todo, yo siempre que me lo preguntan recalco que Castro Castro no es penal de máxima seguridad, porque aquí el preso recibe un trato humano y se le da la opción de reinsertarse a la sociedad. Cada día me voy a casa, pensando que de 10 internos con los que converso durante mi jornada, seis van a salir libres sin jamás volver a pisar un penal, y duermo tranquila".