Teatro de títeres: el mejor recurso para enseñar y hablar con los niños
Teatro de títeres: el mejor recurso para enseñar y hablar con los niños

Detrás de un teatrín, Carlos González y su hija Marianna se asan de calor, delante del escenario unos treinta críticos enanos y con mamadera en mano ríen y dicen sin remedio alguno si les gusta o no la puesta en escena.

“Los niños son los más sinceros, ellos no dicen si está más o menos o bien, ellos se aburren o se ríen por eso hay que hacer bien las cosas”, dice Carlos, quien con sus más de 30 años en el oficio del teatro no ha tenido público más acusador. Este noble personaje con su voz cambiante, a veces gruesa y a veces aguda representa detrás de una tela verde a diversos personajes de las fábulas de Mariano Melgar.

Las escenas representan, en pocas palabras, eso de la vida que se entiende a golpe de burros cornudos o mordiscos de perro. “He adaptado cinco fábulas de Mariano Melgar para niños las dos primeras fueron: Los gatos y El asno cornudo. Las otras tres serán una sorpresa y serán desde la próxima semana en diferentes distritos de la ciudad”. Su arte distrae y enseña y en un salón de cincuenta personas entre padres e hijos todos parecen niños. “Mariano Melgar, ¿qué le pasó al burro?”. Preguntan a la marioneta. “Aprendió que hay que quererse como uno es”, contesta el muñeco animado.

INICIO. Carlos estudió en la Universidad Autónoma de Nuevo León, Artes Escénicas. “Mi pasión por el teatro nació en el colegio, antes los profesores organizaban escenas de teatro, usaban títeres para enseñar, hoy ya no es así”. Su expresión resulta cierta cuando se escucha que los niños con voz chillona dicen: “yo quiero ser como Melgar sabe muchos cuentos”. Y es que este tipo de prácticas para Carlos no solo son una manera de enfrentarse a niños preguntones, es una forma de enseñar, de despertar su curiosidad y su creatividad. “Si lo dices me olvido, si lo veo me acuerdo, si lo hago aprendo”, es una frase que utiliza un titiritero que tiene la convicción de que se debe recuperar estas prácticas en el colegio. Para hacer este trabajo, hay que tener nervios, una palabra utilizada para decir que el miedo es excitante.

“El que no siente nervios no sirve para hacer teatr, declara Marianna, quien con sus 16 años enfrenta los 30 minutos que dura cada presentación.

“Cuando debuté haciendo títeres a los 10 años, mis manos no pasaban la tela del teatrín, luego con el pasar del tiempo entendí que hay que tener nervios para seguir adelante y no ponerse trabas”, dice Marianna.

gitanos. Estos artistas, desde el miércoles último llevarán su talento a diferentes lugares de la ciudad. “Dejaremos la Biblioteca Mario Vargas Llosa para enseñar a través de fábulas, quién era Mariano Melgar, los niños deben recuperar ejemplos con valores”

Los menores sueltan sus mamaderas, la función ha acabado y ven salir a un muñequito vestido de negro.

"“Soy Mariano Melgar, yo hago poemas y cuento fábulas, fui un personaje que colaboró con la libertad del país y lo más importante, nací en Arequipa”". Los niños preguntan sobre el prócer y preguntan a sus padres y al títere. Parece que se ha cumplido el objetivo, enseñar.

Todos los niños, inclusive los que miden más de un metro, salen de la Biblioteca Mario Vargas Llosa y se preguntan si así era Mariano Melgar y prometen a sus hijos comprarles libros. Carlos y Marianna recogen sus títeres bocones. La función ha terminado y sus críticos, los más exigentes, han salido satisfechos.