Desde tiempos inmemoriales, la balsa de totora siempre ha surcado las gélidas aguas del lago Titicaca, utilizada por los uros e incas como medio de transporte y también para la pesca. Esta tradición persiste en la actualidad, pese al avance de la tecnología.
Esta lancha es fabricada de manera artesanal por los mismos pobladores que habitan en los alrededores del Titicaca y su construcción demora aproximadamente cinco días y una vez concluida, ya puede zarpar en el lago navegable más alto del mundo.
Sin embargo, la totora que se utiliza para confeccionar esta balsa está constantemente amenazada por la humanidad y por la misma naturaleza, por ello la Reserva Nacional del Titicaca se encargada de protegerla de la depredación en alianza con comités de conservación, mediante actividades.
concurso. Una de ellas se realizó ayer en el lago Titicaca, denominada concurso de balsas de totora que empezó desde Isla Esteves y finalizó en el Puerto Muelle de la ciudad de Puno. Participó medio centenar de competidores, distribuidos en tres categorías (18 a 40 años, 41 a más y mujeres libre).
El vencedor del concurso fue Justo José Coila Apaza, integrante del Comité Conservador de Yanicu, distrito de Paocarcolla, quien nos cuenta que ganó esta competencia en tres oportunidades anteriormente y se dedica a fabricar las balsas de totora desde que tenía 10 años de edad.
Al finalizar el concurso, el director de la Reserva Nacional del Titicaca, Víctor Apaza Vargas, señaló que dicha actividad se desarrolló con la finalidad de revalorar los usos y costumbres de la balsa de totora, considerando que se trata de una tradición dejada de lado aún cuando forma parte del atractivo turístico.

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