El último sábado de cada año, los residentes acobambinos en Huancayo celebran el fin del año y adoran al niño. Una orquesta tradicional, watrilas, penachos de papel y un zapateo intenso es su forma de festejar a su creador y el nuevo año.

RITO. Alrededor de 500 residentes de Santo Domingo de Acobamba, en Concepción, son los que viven en Huancayo. Desde las 8 de la mañana el festejo inicia con la misa, luego en el atrio de la catedral realizan su singular zapateo, con el caporal que va pasando el vaso de chicha para refrescar a los bailantes.

Los danzantes principales portan una sonaja que hacen sonar durante todo el baile. Una singular atracción son los watrilas, varones vestidos con pellejos de carnero, gorras hechas de cabeza de venado, una máscara negra y campanas colgadas por toda su cintura.

En casa la adoración se centra en la estatua del niño Jesús. Se prenden las velas en medio de la danza e inicia el compartir general.

El presidente de la asociación de residentes, Rusbel Castra Aranda manifestó que es una tradición que se viene dando hace ya varios años. Son dos orquestas las que acompañan esta celebración variopinta.