La inseguridad no sólo campea en las noches desiertas, y en los lugares recónditos sino también en pleno centro de la ciudad, y es que la población de San Andrés vive consternada por los últimos hechos delictivos ocurridos en su localidad, pues ahora ni su propia plaza de armas está libre de ladrones.

Es así, que un día la plaza de armas de San Andrés amaneció con un bote vacío, que ya no poseía su estatua de bronce, tan agradable a la vista de los visitantes, y la piscina artificial abastecida de agua.

Delincuentes habrían cometido esta fechoría en horas de la madrugada, y mientras todos dormían robaron la estatua de bronce de un pescador que simulaba jalar sus redes hasta su bote, y que era uno de los principales atractivos de la recientemente remodelada Plaza principal de San Andrés.