Comenzó a orar al 'Divino Niño Jesús' desde los cinco años, Isabel Flores, creció en un ambiente cercana a la religión. Sin embargo, su belleza natural era símbolo de atracción y tentación, lo que le llevó a tentar contra ella misma para ser símbolo de deseo.
A raíz de esta belleza desmedida, Santa Rosa de Lima solía auto flagelarse de diversos modos tratando de desfigurarse y no verse objeto de tentación para nadie. De esta forma, viviendo en humildad y desterrando el amor propio, podía sentirse digna de Cristo. En marzo de 1617 celebró su depositario con el hijo de Dios, en señal de unión perpetua. Así lo confirma la revista 'De Cajón'.
Su vida quedó marcada por sacrificios, humildad y caridad hacia los más necesitados, llegó a su fin el 24 de agosto de 1617 en casa de uno de sus amigos más cercanos y confidente: Gonzalo de la Maza a la cual se trasladó a residir en los últimos cuatro o cinco años de su vida. El 12 de abril de 1671, se celebró en la basílica de San Pedro la canonización de Santa Rosa de Lima, a cargo del Papa Clemente X.
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