v"¿Quién dice que los hombres no lloran?". Esa fue la respuesta de ese inquebrantable padre que durante casi 4 meses buscó sin desmayar y contra toda adversidad a su primogénito. Hoy don Ciro, junto a su esposa y a sus 3 hijos, uno de ellos ya sin vida, pide paz, pero asegura que aún no ha terminado su tarea.
Tras la multitudinaria despedida en Arequipa, pueblo que no sólo derramó lágrimas sino que hasta bautizó al estudiante universitario como su nuevo ángel, el féretro fue traído la mañana de ayer a la capital donde también había gran expectativa.
Al promediar las 10.40 horas la nave aterrizó en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Llegaban el doctor Ciro, su esposa Rosario García, sus hijos Antonio y María Gracia, y los restos de su querido Ciro.
Un gran despliegue policial se apreciaba en el terminal aéreo adonde comenzaron a llegar decenas de personas con flores y pancartas en las que expresaban su solidaridad a la familia Castillo Rojo.
A su salida del aeropuerto el médico fue recibido por numerosos periodistas que pugnaban por conocer su sentir, al haber cumplido su promesa de retornar a casa con su hijo. Su respuesta fue determinante: "Mi tarea no está terminada".
EL VELATORIO. Sin embargo, el recibimiento y las muestras de cariño a esta familia no terminaron allí. A las 13.00 horas el féretro fue llevado al velatorio Divina Eternidad, en la cuadra 2 de la Av. Colombia en Pueblo Libre.
En medio del cántico "Cómo no creer en Dios" y de las lágrimas de decenas de primos, tíos, amigos o simplemente peruanos, los restos fueron llevados al salón La Esperanza. Inmediatamente después, empezó el responso realizado por el sacerdote del distrito.
La cantidad de gente que comenzó a llegar, obligó a la Policía a cerrar calles hasta 7 cuadras a la redonda. Incluso un helicóptero sobrevoló la zona.
Mujeres y niños llegaban con pancartas. "Ciro el Perú nunca te olvidara", "Presente en nuestros corazones", "Ciro por siempre", eran algunasde las frases.
Uno de los momentos más dramáticos fue la llegada de la familia al velatorio. Si bien el doctor Ciro no rompía aún su caracterizada fortaleza, verse frente al ataúd de su hijo, hizo que por minutos se quebrara.
Los cuatro integrantes de esta familia se abrazaron junto al féretro del estudiante y se hicieron una vez más una promesa: juntos por siempre y para siempre.
3 veces en el lugar
Eloy Capcha, el rescatista arequipeño quien encontró a Ciro, llegó ayer a la capital. Contó que había pasado por el lugar en el que halló al estudiante hasta en 3 oportunidades anteriores.
"No ingresé mucho por miedo a que sea una madriguera de pumas y por lo peligroso del lugar", contó.
Dijo no entender cómo el estudiante universitario pudo llegar a ese lugar cuando para ellos, como rescatistas, les fue muy difícil aún con equipos de altamontaña.
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Señor, danos la paz
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