"Las papitas fritas arrebosadas con huevo agregadas al caldito con leche. Esa era la sopita de viernes santo", nos cuenta doña María Jesús Rojas, una viejecita de setentaitantos años que pese al tiempo, es fiel a sus creencias. Ella recuerda que por los años 30 lo único que se comía el día de la muerte de Cristo era "La sopa de Viernes Santo". Un caldo de papas fritas y aderezo soso condimentado con la leche. Así se hacía penitencia.
Pero además de ello la abuela de 50 nietos cuenta que preparaban el guiso de Bacalao. "Días antes del viernes santo remojaban el bacalao seco que era bien salado. Y el mismo viernes lo desmenuzaban y nos daban en un guiso poco agradable", cuenta.
Así, con el estómago renegando por la comida, trataban de revivir la muerte del Dios de Nazareth.
CAMBIOS. Ahora el plato más recurrente es el chupe de calabaza, de olluco y de cuanto turbérculo se pueda preparar. "Pero también preparan los 'pogtes' o 'pugtes'". Tipos de guisos, hechos con alberja, habas, chuno. "Eso ahora también se vende poco. Pero es más agradable que los demás platos".
Doña María guarda hace dos semanas dos calabazas a un lado de su cocina. El mismo Viernes Santo preparará el chupe de calabaza para todos sus hijos, nietos y bisnietos. Y algunos metetes que a veces se asoman por su casa.
Por lo menos, solo por ese día, comerá solo un plato al día. "Cuando salgo, en los mercados, ya nadie prepara estos platos. Y ni siquiera respetan el día santo. Por eso los que queremos respetar nuestras creencias lo preparamos en casa."
Esos son los platos del perdón. Bendecidos por la feligresía popular y refrendados por algunas normas católicas. Si usted es un buen cristiano, no deje de ayunar. Aunque por allí alguna pollería con cachos y rabo quiera tentarlo.
Sopa de viernes santo, guiso de bacalao, yuyo, pogte de habas, chupes de diferentes tipos y pescado por doquiere son los platos para esta Semana de reflexión.