El gobierno aprista decidió implementar el programa "Una laptop por niño" sin tener evidencia sólida que estableciera su efectividad para la mejora en la educación. El Perú ha sido el país que más computadoras OLPC -por sus siglas en inglés- ha comprado en el mundo: 902 mil, invirtiendo $180 millones.

De acuerdo con la evaluación de impacto del programa hecha por el BID, no hay evidencia de que las computadoras hayan aumentado el aprendizaje en matemáticas o en lenguaje. Tampoco mejoraron la asistencia a clases, la motivación de los alumnos por aprender ni aumentaron el hábito de lectura.

Las computadoras fueron repartidas en colegios rurales, de zonas alejadas y en extrema pobreza. El objetivo del programa era mejorar la calidad de la educación primaria. Los requisitos originales eran que los colegios tuviesen electricidad e internet, requisitos mínimos para que las computadoras funcionen. Sin embargo, el requisito de internet desapareció y, en algunos casos, las computadoras fueron repartidas en colegios sin electricidad.

El programa Ceibal en Uruguay tiene una base de datos que identifica a cada computadora con su dueño. La del Perú solo incluye qué set de computadoras fue enviada a qué colegio.

Solo 71% de los profesores dentro del programa recibieron capacitación. Mientras que solo 2 de cada 3 recibieron los manuales para su uso. El programa suponía que los colegios recibirían soporte pedagógico, pero 2 de cada 3 colegios no lo recibió. Si una computadora se malogra, es el profesor el encargado de arreglarla, pero en la mayoría de los casos los profesores no saben cómo.

Los niños debían llevarse las computadoras a sus casas, pero solo el 40% lo hizo. Al 43% el colegio se lo prohibió. Los programas más usados fueron Word, calculadora, juegos y video. Las computadoras no tienen software de matemáticas ni lenguaje.

Un gobierno es responsable político por los programas que implementa y tiene la obligación de rendir cuentas. Las políticas públicas deben estar basadas en evidencia. ¿Qué evidencia tenía el gobierno para invertir $180 millones en OLPC? Ninguna.
El éxito atribuido al segundo gobierno del presidente García no se debe a su capacidad para gobernar ni a los resultados de sus políticas, sino a que mantuvo en piloto automático el modelo económico, calmando los miedos de la Confiep. García no se atrevió a desarrollar la agenda del fortalecimiento de capital humano. Dejó que las oportunidades siguieran siendo de unos pocos. En esto fue igual que Toledo. La implementación de este programa, la priorización de los colegios emblemáticos en lugar de una mejora en la calidad de la educación y el parcial desarrollo de la reforma para la evaluación de los profesores, son prueba de que García no fue un buen gobernante.

Tenemos que dejar de conformarnos con el candidato "menos malo" y aplaudir a aquel que mantenga el statu quo. Tenemos que elegir presidentes preparados para gobernar, con equipos técnicos, y exigirles rendir cuentas. El APRA tiene que ser más que García; se lo debe a Haya.