Mientras millones de menores son agasajados hoy por el Día del Niño, un grupo de ellos no tiene nada que celebrar. Son los abandonados por sus padres, que terminan en hogares sustitutos o viven en las calles.
Actualmente, no hay una data oficial de cuántos se encuentran en esa situación. Solo hay muestras.
El jefe de la Dirección de Familia de la Policía, coronel Juan Altamirano, señaló a Correo que en el 2013 se recogió de las calles de Lima a 1200 niños. Mientras que en el 2014 ya suman 576, desde cero hasta los 17 años.
Con alguien. Lo curioso es que el 90% de ellos tiene padres, informó la jefa del Centro Preventivo del Niño y Adolescente PNP Salamanca, mayor Patricia Gallegos.
Refirió además que la mayoría sufre problemas familiares: violencia, abuso o conflictos con sus padres, por lo que un 40% termina en albergues, hasta que se haga una investigación tutelar para determinar si vuelven o no a su hogar.
"Muchos sufren abusos. Tengo una niña de 4 años. Su madre es alcohólica y le golpeaba y pellizcaba. Ahora está contenta en mi centro", afirmó Gallegos.
De todo. Pero el universo de la problemática del niño de calle es más amplio. El programa nacional Yachay del Ministerio de la Mujer, creado para atender a estos menores, ha dividido este grupo en cuatro tipos: trabajo infantil (niños que laboran, pero regresan a casa con sus padres); en situación de calle (los que salen de casa por varios días, conviven en calle, cantan en transporte público, inhalan terokal o roban); aquellos en explotación sexual; y niños en mendicidad.
El 20% de ellos son niños en situación de calle: en grave riesgo.
El coronel Altamirano informó que este año se captó 750 niños de 6 a 13 años, que trabajaban como vendedores de caramelos o hacían piruetas en los cruces peatonales. De ellos, solo 20 eran netamente abandonados.
El resto fue reclamado por sus padres en la comisaría y, pese a que firmaron un acta de compromiso, al día siguiente sus hijos estaban otra vez trabajando. En muchos casos, agregó, hay una especie de clan familiar de menores. Es decir, uno trabaja en una cuadra, el hermanito en la esquina, y el primo en la siguiente.
El riesgo mayor, afirma la oficial, es que ese menor puede terminar como un "niño de calle".
Del interior. Una nueva modalidad es la migración laboral hacia Lima de niños huancavelicanos durante el verano. Empezó con cinco y ahora son más de veinte menores que vienen a vender caramelos.
Incluso tienen centros de operaciones en Cerro San Pedro (La Victoria) o en la Av. Abancay (Lima), donde alquilan cuartos a cinco soles.
Todos son enviados por sus padres para obtener dinero para sus útiles.
En la calle. La educadora de calle de Yachay Flor Bernardo Saavedra recorre las calles todos los días en busca de niños que trabajan o son mendigos. Los ha encontrado trabajando en el terminal pesquero de Villa María; chancherías del Callao y mercados.
A los niños de calle los halló en el malecón Rímac, Prolongación Pizarro, en los bajos de la Alameda Chabuca Granda.
Amelia Cabrera, directora de Yachay, trabaja con 4390 menores y ya rescató 700. Solo tiene 100 educadores de calle y un presupuesto de S/.10 millones. El programa "Colibrí" de la Policía tiene el mismo fin. Su jefa, María Cordero, cuida de 50 menores trabajadores a quienes alimenta y apoya en sus estudios.