El Otro Sendero nació en 1986 como un ataque frontal a la filosofía de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso, que proclamaba que los excluidos del sistema económico legal tenían sólo una manera de ser reconocidos por el Estado: unirse a su movimiento revolucionario para luchar en contra de la democracia y capitalismo.
Esta ruta de escape para un país acosado por la demencia subversiva le costó a uno de sus autores, el economista Hernando de Soto, que su automóvil fuera baleado por presuntos senderistas y que un coche bomba cargado con unos 300 kilos de dinamita estallara frente a las oficinas de su Instituto Libertad y Democracia (ILD).
¿Pero cuáles son los aportes de El Otro Sendero (De Soto, Enrique Ghersi y Mario Ghibellini) que 23 años después sigue vigente y acaba de publicarse una nueva edición?
Pues plantea que los pequeños productores y comerciantes informales que abarrotan las calles de las grandes ciudades no son un asunto que compete a los sistemas de asistencia del gobierno, sino que estos personajes -aparentemente desvalidos- son en realidad empresarios que necesitan apoyo del Estado para desarrollar su potencial económico, aboliendo las trabas burocráticas.
LOS NUEVOS PROTAGONISTAS. Según El Otro Sendero, en lugar de ver a los informales como productores marginales e ineficientes, deben tomarse como protagonistas económicos muy dinámicos e innovadores.
"(La obra) es un análisis de la realidad social peruana desde el punto de vista de los sectores populares migrantes a las ciudades y trata de destacar un hecho fundamental: que la gente que llega del campo a la ciudad reivindica el derecho de propiedad y la empresa privada capitalista como su forma de vida. Lo que hacen los sectores pobres del Perú es ejercer la economía capitalista, de mercado. La idea de que el capitalismo popular es una fuerza emergente, todavía es un mensaje válido en el Perú de hoy", manifiesta Ghersi, uno de los coautores.
En diálogo con Correo, Ghersi remarcó que la idea de El Otro Sendero es que detrás de cada informal, vendedor ambulante o artesano, hay en realidad un empresario capitalista y la fuerza de esos empresarios es la que permite al Perú salir adelante.
SIGUE VIGENTE. Si bien el país ha cambiado mucho en los últimos 23 años, la vigencia de El Otro Sendero se mantiene. "El Perú de hoy no es el de 1986, pero hay algunas cosas que se mantienen igual, esencialmente la estructura institucional ineficiente, un derecho injusto y el mercantilismo. Los sectores económicamente poderosos del país usan el poder político para su propio beneficio", sostiene Ghersi.
El jurista y escritor añade que falta un proceso político de reforma del Estado, que está pendiente desde hace mucho tiempo.
"Soy partidario -no solamente- de que haya una reforma del Estado hecha por el gobierno, sino también de que se le permita a la población expresar su voluntad, sus intereses, a través de procesos más competitivos y descentralizados", puntualizó.
RESPUESTA IDEOLÓGICA. Para el general del Ejército Peruano en situación de retiro, Jaime Salinas Sedó, la importancia de El Otro Sendero radica -fundamentalmente- en que se convirtió en una respuesta ideológica al mensaje subversivo de Sendero.
En ese sentido, explicó que durante la guerra contra el terrorismo el objetivo más importante para el senderismo era conquistar la mente de la población, lo que fue combatido con el libro de De Soto.
"Ahí cobra validez el mensaje ideológico contenido en El Otro Sendero, pues fue el único mensaje ideológico que se enfrentó al senderismo y permitió cambiar la mentalidad de la población. Además, a nosotros nos sirvió como aliado para la elaboración de nuestras operaciones sicológicas, pues ya teníamos un mensaje diferente", sostuvo en diálogo con Correo.
Esa herramienta ideológica, señala Salinas, ayudó a tener mayor aceptación entre las rondas campesinas, lo que resultó muy importante para ganar la guerra en zonas del campo contra el senderismo
a finales de los ochenta. "Ello los obligó a abandonar su estrategia de conquistar la ciudad desde el campo y más bien la cúpula senderista se tuvo que replegar en la capital", agregó.
Según el general, fue tanto el aporte del libro de De Soto, que en junio de 1990 el diario Marka, vocero senderista, le hizo una dura crítica a su contenido advirtiendo que "ese mensaje les está quitando la oportunidad de convencer a los jóvenes".
Los problemas de la formalización
El trabajo de campo realizado para la elaboración de El Otro Sendero brindó valiosa información del porqué de la realidad informal de nuestro país. Uno de los experimentos llevados a cabo por el ILD consistió en montar, en el verano de 1983, un pequeño taller de confecciones de prendas de vestir en una zona industrial de la Carretera Central, con el fin de saber qué tan largo y costoso puede ser inscribirlo y registrarlo formalmente para una persona común y corriente.
Para ello, se alquiló el local de una fábrica ya establecida y se instalaron las máquinas de coser, remalladoras y demás implementos necesarios.
Al final del experimento, los resultados fueron poco menos que sorprendentes: "Durante los meses que duró la simulación, en diez oportunidades se les ofreció a los simuladores del ILD acelerar el expediente a cambio de una coima. En dos de ellas, hubo que ceder, ya que no existía otra manera de seguir el procedimiento. En las restantes ocho, pese a que no fue sencillo, se pudo rechazar las invitaciones al soborno".
Asimismo, se estableció que "una persona honesta debía tramitar durante 289 días antes de obtener los once requisitos previos a la instalación de una pequeña industria".
El costo por trámites resultó equivalente a US$194.4. Si además se toma en cuenta la espera de casi 10 meses para iniciar las actividades, se produce una pérdida de utilidades netas equivalente a US$1,036.6, por lo que el costo total de acceso a la pequeña industria formal para una persona natural es de US$1,231, es decir, el equivalente a 32 veces el sueldo mínimo vital de ese entonces.
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