La revista Correo Semanal publicó un informe del politólogo Carlos Meléndez a propósito de los 10 años de la presentación del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

En la nota, el experto se pregunta por qué es tan difícil alcanzar la verdad y la reconciliación prometidas, además, de tratar de explicar los términos "conflicto armado interno" y "terrorismo" que distintas vertientes políticas usan para referirse a este periodo de tiempo.

A continuación reproducimos parte de la nota de Melendez.

¿CONFLICTO INTERNO O TERRORISMO?

Algunos sostienen que en nuestro país los distingos ideológicos entre izquierda y derecha carecen de validez. Se equivocan. La discusión sobre el término más apropiado para categorizar la violencia del periodo 1980-2000 no resiste dudas respecto a dos formas distintas de comprender lo acontecido. La CVR privilegió el término "conflicto interno", amparada en el derecho internacional como respaldo suficiente ante la polarización política. Si bien es cierto considera al terrorismo la principal modalidad de violencia ejercida durante décadas, no puso el énfasis adecuado en su connotación social ni como elemento tipificador del periodo.

La discusión "conflicto interno" vs "terrorismo" va más allá de las etiquetas. El conflicto refiere, básicamente, un escenario de guerra civil, una sociedad dividida, donde ciertas causas históricas determinan que un estado falle en su objetivo de integrar una nación de iguales. El terrorismo es una modalidad de acción política que evoca el uso sistemático del terror y la violencia como táctica; afecta más por los hechos que por las razones. Enfatiza en la coacción que gobiernos o sociedades reciben de otros grupos de diversa índole (partidos, corporaciones, religiosos, revolucionarios, racistas, etc.) en la promoción de sus objetivos políticos. El primero busca la responsabilidad en la sociedad en su conjunto; el segundo procura identificar a los perpetradores inmediatos, visibles, sin comprensión alguna que sirva de justificación. La pugna por las etiquetas ampara un trasfondo ideológico, con tendencias divergentes.

Cuando un ciudadano adscribe uno de estos términos, se compromete inmediatamente con una interpretación, pero sobre todo delata su punto de vista ideológico. Así los izquierdistas, 'caviares', radicales y otras cepas, tenderán a privilegiar una mirada estructural de las causas de la violencia. Al poner el peso explicativo en "la sociedad", no niegan responsabilidades precisas de los grupos armados ilegales. Pero este énfasis en las estructuras es distractor y se convierte en su punto débil para quienes acusan a este sector del espectro político de "cómplices de terroristas".

Por otro lado, la derecha, en todas sus vertientes, al colocar el énfasis explicativo en la modalidad terrorista de la violencia, pierde de vista la complejidad del fenómeno, convierte a la historia en una enumeración selectiva de hechos convenientes y se satisface con una respuesta parcial. El desencuentro de ambos sectores ahonda en la polarización y hace cada vez más difícil llegar a consensos elementales (nadie cede) y más trabajosa una potencial reconciliación.

Puede leer el informe completo en