Foto: Presidencia
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Escrito de Karina Valencia y Erik Rivera

La pandemia del coronavirus parece haber puesto en jaque la estrategia del Poder Ejecutivo frente al avance de la enfermedad.

Desde que se confirmó el primer caso de COVID-19 en el Perú, el Gobierno dispuso una serie de acciones para enfrentarlo. Sin embargo, ante el sostenido reporte de nuevos infectados y fallecimientos, los planes se muestran ciertamente poco efectivos, o no responden a tiempo a las necesidades que la emergencia exige.

Este escenario ha llegado al Ejecutivo a reconsiderar o a retractarse sobre las acciones emprendidas.

En los últimos días, el Gobierno ha reiterado que a fines de este mes, entre el 23 y 26 de abril exactamente, el Perú enfrentaría el pico más alto de contagiados por el coronavirus. Sin embargo, esta estimación prevista por el mismo Ejecutivo no fue lo que anunció en un primer momento.

El 4 de abril, el presidente de la República, Martín Vizcarra, y el ministro de Salud, Víctor Zamora, aseguraron que el punto más elevado de infectados se produciría entre el 12 y 13 de este mes, fecha en que culminaba el -primer- periodo de la cuarentena. Sin embargo, poco después el mandatario afirmaba que el Estado de Emergencia se prolongaría por otros 14 días.

Es decir, hubo una reformulación en la proyección del Gobierno sobre la llegada a la meseta referente al avance de la enfermedad.

¿MAL CÁLCULO?

Otro desacierto en las cifras de infectados que se consideró en un primer momento se origina de una estimación de la titular del Comando de Operaciones COVID-19, Pilar Mazzetti.

El pasado 7 de abril, la exministra de Salud sostuvo “que probablemente vamos a estar ubicados en alrededor de 4000 a 5000 personas infectadas con coronavirus”.

En aquel entonces, Mazzetti explicó que la variación de la cifra dependería del número de pruebas que el Gobierno pudiese aplicar. ¿Se hizo una proyección fallida?

Actualmente, los casos confirmados de COVID-19 en el país son de 14,420, entre la suma de quienes se sometieron a las pruebas moleculares o tests rápidos, tres veces más de lo estimado por Mazzetti.

Adicionalmente, el uso de las pruebas rápidas ha sido duramente cuestionada por diversos experto. Incluso, la Organización Mundial de la Sadlud (OMS) no la recomienda para el rastreo de infectados en los países, pues pueden arrojar falsos negativos.

Pese a ello, el Gobierno ha asegurado que su aplicación ha sido efectiva para la detección de personas contagiadas.

Ayer, en entrevista con TV Perú, el titular del Minsa, Víctor Zamora, sostuvo -sin mencionar fuente científica alguna- que existe un margen de error del 10% en estos tests pero, dado el escenario actual de emergencia, se comprende su aplicación frente a la logística que se debe manejar para el análisis de pruebas moleculares.

“En condiciones de guerra esa prueba (rápida) nos ayuda más porque es solo un piquete. Se esperan 15 minutos y se tiene el resultado”, dijo.

Previamente Zamora afirmaba que con las medidas aprobadas el Perú “ha ganado tiempo” para la implementación de equipos médicos y una reducción del nivel de contagio. Incluso, recalcó el efecto que tendría el “segundo martillazo” a la curva de crecimiento de la enfermedad y reconoció que el avance del virus tiene comportamientos diferentes en las regiones.

¿HAY FALLAS?

Para el exdirector del Instituto Nacional de Salud (INS) Ernesto Bustamante, las pruebas moleculares, llamadas técnicamente serológicas, tienen un margen de error de 100% durante las dos primeras semanas de haberse producido un contagio por COVID-19.

Sobre la estrategia que viene desarrollando el Minsa, con un fuerte énfasis en la prueba serológica, el exfuncionario explicó que esta no es capaz de arrojar resultados -positivos ni negativos- en los días de infección.

“En otras palabras, su sensibilidad es del 0% dentro de los 14 días”, precisó. Bajo esta premisa, sostuvo que lo dicho por el ministro Zamora, de que el margen de error de las pruebas rápidas es de 10% y tiene una efectividad del 90%, es “totalmente errado”. Además, sostuvo que no encuentra explicación a lo que señala el titular del Ministerio de Salud.

Consultado por el estudio que el Instituto Nacional de Salud (INS) elaboró para equilibrar la efectividad de las pruebas serológicas con las moleculares, respondió que era un estudio político hecho en un solo día. “Ese estudio no tiene ninguna libertad científica para poder dar resultados”, manifestó.

Por su parte, el exministro de Salud Luis Solari refirió que hay un mal seguimiento sobre los casos positivos asintomáticos y sintomáticos, los cuales presentan un grave riesgo de contagio para los ciudadanos. Aseveró que actualmente no contamos con información sobre ello a diferencia de otros países en los que sí ocurre.

La evidencia de que hay fallas en el plan que ejecuta el gobierno fue sustentada por Solari al explicar el caso de la muerte del excongresista Glider Ushñahua, el último miércoles, tras ser diagnosticado negativo en sus primeras evaluaciones rápidas de COVID-19.

“Si se muere un excongresista por hacerle una prueba rápida, y lo que corresponde según el protocolo es hacerle una molecular y no mandarlo a su casa, entonces hay una irregularidad y un responsable”, manifestó.

Agregó que la Fiscalía tendrá que verificar si en este hospital existían pruebas moleculares para cumplir el protocolo. De ser así, y si no fueron aplicadas para el paciente con factores de riesgo, en este caso Ushñahua, Solari indicó que el único responsable será el ministro Zamora.

A FAVOR

Por su parte, el infectólogo Julio Cachay precisó que hasta la fecha hay una tendencia en la desaceleración de los casos de pacientes infectados.Precisó que a diferencia de otros países como Paraguay y Uruguay, donde hay un poco más de disciplina social, sí se ha dado una mayor eficiencia para detener el virus.“Lo que debemos ver es el número delta, es decir, la variable de cambio que se está dando. Inclusive se está manteniendo igual a pesar de que día a día se está incrementando el número total de pruebas”, concluyó.

¿CRISIS HOSPITALARIA?

Cabe señalar además que, en la conferencia brindada ayer en Palacio de Gobierno, el presidente Martín Vizcarra reconoció que la mayoría de nosocomios ya no cuentan con camas hospitalarias para personas que requieren ser internadas por el COVID-19. “La evolución de la enfermedad esta requiriendo más camas de lo que se había previsto (...). La atención hospitalaría está a su tope”, indicó.Incluso, el jefe de Estado dijo que en los hospitales “en muchos de los casos, la respuesta no ha sido la adecuada” y por ello, anunció la implementación de 274 camas en los hospitales del Minsa, así como otras mil en dos torres de la Villa Panamericana.

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