A mediados de 2010, durante una entrevista que ofreció en un set de televisión en Chimbote, el aún consejero regional de Ancash Ezequiel Nolasco Campos había advertido que sus enemigos políticos tenían planeado asesinarlo. "Sé que han contratado a un tal 'Goro' para matarme", reveló ante la sorpresa del periodista.

El 20 de julio, casi un mes después de sus declaraciones, las sospechas del consejero regional se volvieron reales cuando un sicario vestido de policía irrumpió en la tranquilidad de su casa y le disparó cuatro balazos a sangre fría. Milagrosamente Nolasco sobrevivió, no así su hijo político Roberto Torres Blas, quien recibió un tiro en el cuello.

Gravemente herido y desangrándose en la camilla de la ambulancia en la que lo evacuaban a un hospital, Nolasco levantó el dedo acusador y señaló como el responsable del ataque a la 'Bestia de siete cabezas', apelativo con el que se conoce al presidente regional de Ancash, César Álvarez Aguilar.

TEMPLE DE ACERO. Desde esa trágica noche Nolasco nunca más hallaría paz, menos aún justicia. Durante ese tiempo gritó a los cuatro vientos que el plan para aniquilarlo seguía en pie y que tarde o temprano lo asesinarían.

Se reunió una y otra vez con fiscales, policías y gobernadores en Chimbote; viajó al Congreso de la República en busca de apoyo, pero nunca le dieron la importancia y el respaldo que merecía su caso. Fiel a su estilo, Nolasco no se amilanó e incansablemente durante los siguientes tres años siguió denunciando irregularidades en el proceso judicial por el atentado que sufrió.

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