La mujer andina tiene voz, pero no voto
La mujer andina tiene voz, pero no voto

Pese a que en los últimos años, la participación de las mujeres andinas se ha ido visibilizando en distintos escenarios sociales, la discriminación por género u origen continúa perenne en la esfera familiar y legal, las mismas que amplían las brechas en su acceso a la educación, salud y a las posibilidades de participar políticamente.

CON VOZ Y SIN VOTO

Para Gladys Vila, una mujer quechuahablante de la región Huancavelica, la discriminación hacia las mujeres andinas es un pan de cada día. En los hogares andinos, muchas veces -asegura- son los esposos quienes excluyen a las féminas de participar en determinadas actividades, debido a que existe una lógica cultural de que los varones poseen mayor información.

Sin embargo, señala que son las mujeres quienes poseen mucho conocimiento respecto a la cosmovisión indígena, la selección de la semilla, la producción y la siembra; mientras que los varones los han ido perdiendo, porque se trasladan de sus comunidades hacia la ciudad en busca de un trabajo.

“Ellas mantienen muchos conocimientos que hoy en día son un aporte fundamental para medir los efectos del cambio climático”, indica.

Además menciona que en las asambleas comunitarias, las mujeres tienen voz pero no voto para decidir y si se trata de la repartición de herencias, siempre les asignan tierras más pequeñas o de menor productividad en comparación con los varones.

En tanto, la abogada Rocío Silva Santisteban indica que, aproximadamente, el 78% de la posesión de la tierra lo tiene el varón y que para fines legales, dentro de la comunidad, son los “jefes de familia”, en su mayoría hombres, quienes pueden acceder a créditos, además de vender o invertir en un terreno sin necesidad de consultar a sus parejas.

“Digamos que se ha naturalizado la idea de que el varón es el que toma las decisiones a nivel de territorio”, señala.

EDUCACIÓN

En el 2014, la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) reveló que el 6.3% de la población de 15 años a más no sabe leer ni escribir. El mayor porcentaje de esta situación está reflejado en la población del área rural, siendo Apurímac, Huancavelica, Huánuco, Cajamarca, Cusco, Ayacucho, Puno, Amazonas y Áncash las regiones que registraron los índices más altos de analfabetismo.

Respecto a ello, Gladys Vila indica que cerca del 90% de la población andina llega a culminar nivel primario; sin embargo, en el nivel secundario son más los varones quienes terminan los estudios. Una de las razones que da el Ministerio de Educación -señala- es la tasa de embarazo precoz en las adolescentes y otros por motivos económicos, pues para seguir estudios superiores, las mujeres deben abandonar sus comunidades, enfrentar una realidad distinta y con un nivel de educación superior a la que le enseñaron.

Sobre esto último, la también escritora Rocío Silva Santisteban resalta que aquellas mujeres que logran acceder a una educación superior son quienes finalmente culminan sus estudios y logran graduarse, a diferencia de los varones.

“Lo que pasa es que se ha naturalizado que las mujeres se tengan que quedar en la casa. En cambio, los varones van y terminan la primaria y la secundaria, porque se percibe que el hombre tiene que adquirir una educación, una profesión para proveer. En cambio, la mujer se queda en la casa, por eso el analfabetismo en el mundo andino es femenino”, resaltó.

En ese sentido, dijo que el es el que debe tomar un rol más activo, a fin de romper con los estereotipos. La abogada aseguró que existe un Plan Nacional de Lucha contra la Violencia, en donde uno de los puntos señala la lucha contra los estereotipos que justifican la violencia contra la mujer. Sin embargo, señaló que eso no se cumple.