El documento al que tuvo acceso Correo habla por sí solo. Se trata del acta de la sesión No. 09 del juicio contra Amílcar Gómez y Robinson (Rubén) Gómez, así como al ya famoso Jorge Ávila Rivera como presuntos autores y cómplice primario, respectivamente, por la presunta compra de testigos en el caso Madre Mía. Jorge Ávila, como se sabe, fue víctima junto a Natividad Ávila, su hermana, y Benigno Sullca, su cuñado, de un secuestro en 1992 que acabó con la vida de los dos últimos. Jorge logró escapar tirándose al río y acusó primero a Ollanta Humala, entonces jefe del destacamento de Madre Mía (Huánuco), pero luego se retractó.
En esta sesión, que se llevó a cabo a las tres de la tarde del jueves 31 de marzo de 2011, el interrogado es precisamente Jorge Ávila, quien aseguró no conocer al expresidente Ollanta Humala y que contactó a Amílcar Gómez (el emisario del pago para que cambie su versión y exadjunto de Humala en Madre Mía), porque “necesitaba una persona que me apoye en mis papeleos, quería aclarar una denuncia”.
La denuncia que quería “aclarar” Ávila es precisamente la que hizo en contra de Humala por el caso Madre Mía. Él había acusado a Ollanta pero indicó luego que “no recuerdo si la Policía o el Ejército”. Ante la pregunta de la representante del Ministerio Público sobre cómo es que Amílcar podría ayudarlo, la respuesta de Ávila es que “él me iba a cuidar en el papeleo que tenía que hacer en Tingo María, porque Sendero Luminoso nos amenazaba a cada rato (…) iba a ser mi seguridad en los trámites que iba a hacer en la notaría (…). En la selva siempre es peligroso”.
Según el propio Ávila, hasta ese momento (día de la firma en que iba a cambiar su versión ante una notaría) no conocía a Amílcar y lo identificó por el uniforme militar. Luego, Ávila entró a la notaría, Amílcar esperó afuera y luego se fueron a tomar cervezas. El resguardo fue de solo dos horas. La fiscal incide en repreguntar cómo es que, si estaba tan asustado porque su vida corría peligro, terminan tomando cervezas en un bar. Además, a esa reunión llega Gómez Reátegui y Ávila dice que los presenta, pero resulta que ambos eran primos. Por último, Ávila no le paga nada a Amílcar por el resguardo “pero sí pagué todas las cervezas”, respondió.
NOTARÍA. El episodio de la notaría es aún más inverosímil. Resulta que Ávila sostiene que entró a firmar el documento por el cual decía que todo lo denunciado contra Humala era falso, pero que él no leyó dicho documento puesto que “ya estaba redactado así”. Este documento tiene fecha 29 de junio del 2006 y, a través de él, Ávila se retracta de todo lo señalado contra Ollanta Humala, es decir, que no es el autor de las torturas y muertes, ya que no es el “Capitán Carlos”. Cabe señalar que ese día era feriado, como lo acusó la fiscal, pero según Ávila “no hablé con el notario (para que atienda) ni recuerdo si era feriado”.
CHACRA Y MOTOCAR. La presunción de la Fiscalía en este proceso fue que Ávila recibió pagos por retractarse notarialmente de las acusaciones que hizo contra Humala. Para ello, se basó en que Ávila se compró, a los cuatro días de haber firmado el documento notarial, una motocar por $600.Ávila dijo que ese dinero lo obtuvo producto de una liquidación que recibió por haber trabajado como maderero. Lo extraño es que dicho trabajo terminó en el año 2000 y la supuesta liquidación se la entregaron en el 2005 “a insistencia mía”, dice Ávila.
“Usted ha dicho en su declaración instructiva que el dinero le pagaron en diciembre del 2005, y la motocar la compró en julio del 2006, ¿dónde guardó el dinero que le dieron?”, pregunta la fiscal. Ávila responde que “el dinero lo había prestado a una persona que quería trabajar en madera”. “¿Cómo se llama esa persona?”, insiste la fiscal. “No recuerdo su nombre”, responde Ávila.
En otro pasaje del interrogatorio, la fiscal le recuerda a Ávila que este había manifestado que vendió su chacra en Caserío Cañito, Madre Mía, por la suma de cinco mil nuevos soles. Sin embargo, Ávila aclara que “solo recibí la suma de S/3 mil”, y explica que ese dinero lo invirtió en su casa, “revestí mi piso”, asegura. La chacra a la que se refiere era de 15 hectáreas, es decir 150 mil m2. Esto quiere decir que Ávila terminó vendiendo su chacra a S/0.02 el m2, solo para poner piso a su casa.
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