Ante la situación de pandemia, son muchas las personas que se ocupan de forma permanente de adultos mayores o familiares que sufren de enfermedades crónicas o del cuidado de un paciente positivo por la COVID-19 en casa, debido a la falta de camas en los centros de salud.
Pero ¿cuán grave es cuando el cuidador se responsabiliza de forma única del enfermo dependiente y se sobrecarga de angustia, depresión, irritabilidad, cansancio y hasta culpa? Para Ana María Castañeda, psicóloga del Instituto Nacional del Niño (INSN San Borja) estos síntomas cada vez se muestran en aumento en los peruanos y muchos han desencadenado el “Síndrome del Cuidador”, trastornos de sobrecuidados, hipocondría o “fatiga por compasión”.
“El cuidado de un ser querido pone a prueba incluso a las personas más resilientes. Sin embargo, cuando se sobrepasa el estado de atención se debe tomar medidas para preservar la propia salud y bienestar”, explica.
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CULPA DE CONTAGIO
La especialista resalta que, en esta segunda ola, los jóvenes han presentado más sentimientos de culpa por la exposición que han mostrado a sus familiares y, por ello, están presentando el síndrome del “sobrecuidado” a la persona enferma y hacen hasta lo imposible para mejorar su atención.
“No solo el que se contagia de COVID queda muy vulnerable, sino también los familiares. Si bien los cambios físicos, emocionales o psicológicos no son los mismos, la angustia, el miedo y el vivir en constante alerta de una reinfección crea trastornos que antes no se mostraban con ninguna otra enfermedad”, aclara Castañeda.
De igual manera, indica que “sobrecuidar” excesivamente a un paciente que pasó por síntomas leves de la COVID-19 o incluso otras enfermedades ya curadas generaría que no se desarrolle su independencia, dificultades para responder solos, desesperados si no son atendidos, desesperación, ansiedad y depresión.
Cuidar de sí mismo
Al respecto, el especialista en salud pública Marco Almerí añade que, si bien es importante estar alerta y prevalecer todos los protocolos como el uso de la mascarilla, lavado de manos, uso de gel desinfectante, etc. no se puede seguir descuidando la salud mental de los cuidadores y pacientes.
“La ansiedad y la depresión son dos puntos urgentes que deben ser observados. Despertamos pensando que si nos contagiamos, que si vamos a morir y eso impulsa a que estemos agotados mentalmente, físico y emocionalmente todos los días”, explica. Recordó que cuidar de un enfermo es gratificante, pero por estar concentrado en el ser querido no presta atención a sus propios espacios y gustos. Aconsejó pedir ayuda a un especialista de salud si es necesario.