El ministerio de Salud (Minsa) indica que el COVID-19 también puede causar secuelas en el sistema nervioso, cardiovascular y también trastornos psicológicos. El Minsa indicó que la identificación de estas secuelas son clave para poder diseñar con mayor precisión las estrategias de rehabilitación.
“Actualmente, utilizamos un conjunto de técnicas y procedimientos en el tratamiento de pacientes que sufrieron COVID-19 y presentan discapacidad de diversos tipos y grados. En cada caso, el médico rehabilitador evalúa al paciente y determina las terapias que recibirá, enmarcadas en un plan de trabajo. Asimismo, establece objetivos y metas”, señala Lily Pinguz, directora del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR).
En esa línea, la médica informó que estas terapias se brindan con la participación de un equipo multidisciplinario, conformado por médicos rehabilitadores, psiquiatras, terapeutas físicos, ocupacionales, de lenguaje, psicólogos, trabajador social y licenciados en enfermería y en nutrición.
Pinguz precisó que el programa de rehabilitación dura de 14 a 21 días y que, una vez concluido el ciclo de atención programado, con la respectiva alta de hospitalización, el paciente podrá continuar su tratamiento de forma ambulatoria, previa referencia al Servicio de Rehabilitación del centro hospitalario más cercano a su vivienda.
En el caso de la terapia respiratoria se realizan ejercicios para mejorar la capacidad de ventilación pulmonar y favorecer el drenaje de secreciones. De otro lado, se busca contrarrestar la debilidad muscular a consecuencia de la inmovilización, con ejercicios de fortalecimiento muscular y resistencia.
“Cuando se presentan alteraciones en las funciones mentales superiores, se realizan ejercicios de estimulación de las funciones cognitivas como la atención, percepción, memoria y comprensión”, afirmó.