Los datos fríos de la realidad colocados en una computadora nos dirían que la democracia en el Perú parece tener una fecha de expiración cercana. Lo mismo se puede decir de un mundo que está al borde de un acantilado, entre el próximo uso de las armas nucleares, el deterioro climático, la paulatina extinción de las democracias, la succión de datos personales por parte de los estados híper-vigilantes y la manipulación de los estados plataforma potenciados por la inteligencia artificial.

Un futuro mejor demanda de una educación poderosa capaz de desviarnos del desastre. Por ello, ante la instalación del nuevo Consejo Nacional de Educación (CNE), debemos preguntarnos cómo será diferente en comparación con otras organizaciones educativas. ¿Cómo puede el CNE superar las barreras y convertirse en un factor influyente en la sociedad?

La clave es impactar en la sensibilización del público hacia el progreso educativo e impulsar iniciativas desde la sociedad civil sin depender de políticas gubernamentales y dejar de dar vueltas en torno a las mismas fórmulas de siempre. Esto implica alejarse de la coyuntura presente y enfocarse en el futuro.

El CNE puede desempeñar un importante rol orientador, tanto en iniciativas convencionales exitosas como en propuestas autóctonas, innovadoras y disruptivas. Debe buscar un futuro mejor basado en una educación más relevante para nuestros tiempos.

Le deseamos éxitos al nuevo CNE, esperando que sus propuestas ayuden a imaginar y construir un futuro mejor, enfocado en las posibilidades y oportunidades futuras en lugar de fórmulas obsoletas del pasado.





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