Los hijos de las recientes generaciones tienen una adolescencia más prolongada y tienden a  pasan más tiempo en casa de padres, al menos hasta cumplir los 25 años. A la par, los padres de sus padres jubilados o ancianos viven más, se enferman y discapacitan más, dependen más, agotan sus ahorros y terminan al cuidado de sus hijos a veces dentro del mismo hogar.

La falta de hogares para adultos mayores estatales y privados y la escasez o alto costos de cuidadores que puedan estar con ellos obliga a sus hijos, usualmente adultos de mediana edad, a hacerse cargo de ellos, a veces simultáneamente con sus propios hijos menores o jóvenes que aún viven en casa, y otras veces solo con ellos cuando los hijos ya abandonaron el nido.

Es la generación “sándwich” de los cuidadores de 30 a 50 años con hijos y padres por atender que llega a 42 millones en EE.UU. El hecho de no poder contar con otros familiares que compartan estos cuidados agrava la situación, más aún cuando el atendido debe mudarse a casa de uno de sus hijos para ser atendido cotidianamente.

Los padres “sandwich” por un lado gastan todos sus recursos en esta carga familiar, pierden privacidad, se estresan, amargan, angustian, no duermen bien, se deteriora la vida con la pareja, sus hermanos, sus hijos y sus empleadores. Sus propios hijos reportan síntomas de depresión, inquietud y sentimientos de aislamiento y pérdida.

De este modo, los padres que cuidaron de sus hijos no logran disfrutar de la vida adulta en los años de nido vacío, porque rápidamente éste se llena de nuevo.