A lo largo de la historia de las innovaciones, el círculo vicioso entre encarar un problema que requiere resolverse, la solución innovadora y las consecuencias de aplicar la solución, favorecía el progreso del mundo. Sin embargo, según Andrew Maynard (Films from the Future) vivimos una era en la que las soluciones de ayer se han convertido en problemas de hoy para los cuales no alcanzamos a desarrollar suficientes nuevas soluciones, lo que nos está llevando a una espiral negativa de deterioro social y ambiental.

Ejemplos claros del caso son el cambio climático, el terrorismo internacional antioccidental (originalmente armados por los occidentales contra los comunistas), las múltiples dimensiones del mal uso de las redes sociales, la contaminación ambiental (plásticos, químicos, combustibles fósiles), la inteligencia artificial (con sesgos discriminatorios y violación de la privacidad), la manipulación genética (la gestación de embriones con ADN manipulados), la automatización (el desempleo) y el modelo económico capitalista “de cascada” (ausencia de bienestar que está incendiando a América Latina), etc.

Lo que se colige de todo esto es que a la par que aparecen las tendencias emergentes en economía, ciencia y tecnología enfrentando los diversos desafíos sociales y tecnológicos de la época, la educación y la política deberían orientarse a anticipar los problemas que estos causarán de modo que haya la defensa apropiada frente a los efectos negativos que de estas innovaciones se derivarán. Una educación socialmente responsable que enseña a prevenir en vez de lamentar