Hoy más que nunca, el ministerio del Interior es clave en el dispositivo de poder del Gobierno. Por ello nos parece desconcertante el actual panorama de este sector, sin un liderazgo claro, luego de la salida de dos ministros en una semana.

Cuesta entender que el centro de discusión pase por la retahíla de reproches y pugnas en un portafolio que debe concentrarse en darle seguridad al país luego de una crisis política sin precedentes y la aparición de manifestaciones de protesta en algunos lugares del Perú. En estos momentos la prioridad del ministerio del Interior debe ser restablecer un espacio de acción para que el país reencuentre la paz social.

En las últimas horas, el nivel de exhibición de los problemas de ese portafolio ha sido de gran magnitud. Por supuesto, el gran responsable fue el Ejecutivo que designó como titular a una persona que no coincidía con los objetivos del gabinete presidido por Violeta Bermúdez. Una decisión fallida que deja entrever improvisación.

“Me convocaron porque creían que sería la persona que debía calmar los ánimos en la policía. Me encargaron de dar solución a la destitución de los 18 generales, pero no quisieron escucharme”, dijo el fugaz ministro Cluver Aliaga.

Esta no es más que otra pelea de las muchas que ya tenemos y nos paralizan. Nada sustancial mejorará si no hay la firme decisión que por encima de los intereses de grupo o personales debe prevalecer el interés de la gente.