Imagen
Imagen

Me pide que lo tutee y yo no puedo. Me trabo torpemente por hacerle caso. Me rindo, él se da cuenta, se ríe y creo que me perdona.

“Me cuesta tutearle, maestro. Lo hago por respeto”, le respondo. “Aprende a tutear, hombre, es bonito”, me insiste con una sonrisa.

Mientras toma café americano,  nos confiesa que le sorprendió muchísimo que el Festival Internacional de Cine de Lima lo haya escogido este año para rendirle homenaje por su trayectoria en la gran pantalla.

“No lo esperaba”, me responde, aún incrédulo, y yo le digo que no debería sorprenderle, pero me refuta: “Sí, me sorprende, porque tú no trabajas para conseguir un premio; si tú lo haces por eso, estás en el camino equivocado”.

CASUALIDAD. El hijo de la primera actriz Élide Brero estudió Ingeniería Mecánica, Letras y Literatura. Fue luego de que se fue a Europa y por insistencia de Luis Peirano que, en 1983, regresó para actuar en una obra teatral. Desde entonces, nadie pudo detener la carrera del intérprete en el mundo de la actuación, ni siquiera él mismo.

“Nunca pensé escoger la actuación como un modo de vida. Tampoco me atrevía a subir al escenario. Yo era un tipo muy tímido y pensaba que el escenario era un espacio privilegiado. El asunto era probar. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que te digan que no eres bueno? Tal vez por eso nunca estudié actuación, porque no quería que me dijeran que no era bueno. Y me subí. No tenía nada que perder, siempre tuve mucho que ganar. Y, de pronto, comenzaron a presentarse una serie de cosas en el teatro, la televisión, el cine. Y así se fueron abriendo los caminos”, recuerda al actor de 64 años. Le pregunto si no había intentado desprenderse del mundo de la actuación y responde: “Sí, pero fui aceptando, fui dejando que esas casualidades completaran mi universo y funcionó”.

GRATO RECUERDO. Gianfranco Brero ha participado en cerca de veinte películas nacionales, pero sin duda la que más satisfacciones le ha dado ha sido Tinta roja (2000), drama dirigido por Francisco Lombardi basado en la novela homónima del escritor chileno Alberto Fuguet.

En esta película, que contó con el guión de Giovanna Pollarolo, el actor encarnó al déspota Saúl Faúndez, jefe de la sección policial del diario El Clamor, un mujeriego sin cura que trata de encaminar el rumbo de un joven practicante de periodismo, papel que recayó en Giovanni Ciccia.

“Yo no iba a hacer ese personaje, lindo, por cierto. El actor español que lo iba a hacer renunció tres semanas antes de iniciar el rodaje. Entonces, ‘Pancho’ entra en un proceso de recreación, de adaptación, es un maestro para eso. Él empezó a buscar a un hombre de 60 y algo de años, curtido en este negocio y criollón. Yo tenía 47. No era criollón. Y no estaba curtido en ese negocio. Y ‘Pancho’ me ve y me dice: ‘Tú eres’”, rememora el intérprete y luego se transporta a los aplausos que recibió el equipo tras la proyección de la película en el Festival de Cine de San Sebastián, donde ganó la Concha de Plata al mejor actor.

“Había 1800 espectadores y cuando termina la película se prenden las luces y la gente empieza a aplaudirnos. Fue un homenaje maravilloso”, cuenta el actor esbozando una tímida sonrisa mientras recuerda a su personaje.

“Era un personaje que tenía esta cuestión arquetípica fuerte. Tú lo ves y cualquier persona que haya estado en el universo periodístico ha tenido un jefe como Faúndez. Entonces, no importa de dónde fuera, eso es lo más impresionante”, destaca el artista, quien también siente aprecio por el papel en Bajo la piel (1996), también de Lombardi, aunque para él “todos los personajes tienen su encanto”.

“En Bajo la piel mi personaje (Catalino Pinto) no era el protagonista, era funcional, era el asesino y tenía que crear un misterio. Me encantó esa idea. Es bonito crear un personaje, construir un papel. Para eso necesitas tiempo, referencias claras, entrar en contacto con la mente del director, qué cosa quiere, para poder hacerlo”, señala Brero.

CRÍTICA. El reconocido actor termina el diálogo indicando que nos falta reflexionar más en el cine peruano.

“Nos falta conocernos más. Nuestra reflexión todavía es pobre. Cuando haya un pensamiento crítico detrás, entonces, lo que va a comenzar a resurgir es un cine peruano con más densidad. Necesitamos repensarnos. El cine, como lo he dicho siempre, es la gran ventana que tiene el Perú para ser conocido en el extranjero, no solo por Machu Picchu. Nosotros tenemos un presente que está cargado de todo, de humor y desgracia, de esperanzas y de corrupción. Todo eso está permanentemente en la vida”, concluye el artista y yo me despido tratándolo de usted, se ríe y me recuerda a Faúndez: “Esto va a ser divertido. Vamos a ver cómo te sale, hombre”.

DATO 

Sin estrenar

Brero ya terminó de grabar Rosa Mística, de Augusto Tamayo sobre Santa Rosa de Lima; y New Market, de Fabrizio Aguilar.

Te puede interesar:

TAGS RELACIONADOS