La poética de Ray Paz Quesquén, en medio de un vasto universo de idénticas formas, logra construir imágenes singulares y propias que terminan alojándose en la experiencia universal de cada uno.
La poética de Ray Paz Quesquén, en medio de un vasto universo de idénticas formas, logra construir imágenes singulares y propias que terminan alojándose en la experiencia universal de cada uno.

Hace algunos años, el poeta chileno Raúl Zurita mencionó categóricamente que “los seres humanos no somos mucho más que distintas metáforas de lo mismo”. La expresión “lo mismo”, pienso, abarca un sinfín de posibilidades y formas que inevitablemente terminan repitiéndose. Lo mismo es lo idéntico, lo que es exactamente igual. La vida es una constante repetición de escenas familiares, de exactas réplicas de lo cotidiano; de habitaciones enumeradas en las que encontramos idénticos decorados.

VER MÁS: Imágenes poéticas de lo cotidiano en Estrellas en el cielorraso de Gloria Portugal

Zurita, sin embargo, no se lamenta de la monotonía de las formas y sus repeticiones, sino más bien celebra el acontecimiento de la vida y su esencia: el monólogo que los seres humanos replicamos constantemente y que –en lo mismo– nos hace capaces de alcanzar nuestra voz, esa que es tan personal, tan básica y tan capaz de avivar el fuego de la poesía para que –en lo idéntico– la humanidad haga de cada momento transitado un retazo muy personal de su existencia.

Una poética propia e idéntica

En el 2021, el poeta Ray Paz Quesquén publicó TRILOGÍA POÉTICA, un libro que reúne tres poemarios: 1) Armonía musical de las esferas, 2) Progressio Harmónica y 3) Pequeño cuadernillo de estudio del semiólogo Roland Barthes. En su escritura, Ray Paz nos nuestra que la poesía es el primer encuentro del ser con las cosas.

La poética de Ray Paz Quesquén es aquella que, en medio de un vasto universo de idénticas formas, logra construir imágenes singulares y propias que terminan alojándose de modo muy cercano en la experiencia de lo universal; “abuelo, dime si en tu voz no habitan dioses resucitados y niños pintores, que juegan con mi alma como una bolita de barro”. El fragmento pertenece al primer poemario y convierte en único y eterno un acontecimiento idéntico que todos hemos vivido: el inocente y feliz momento con uno de los seres que más amamos.

Armonía musical de las esferas

Los seres humanos somos metáforas de lo mismo –decía Zurita– y justamente esa metáfora, esa representación estética de múltiples significados, viene del ejercicio poético. En Armonía musical de las esferas, un concierto de voces –orquestadas por un sujeto lírico– juega con las distintas posibilidades que la música cobija. Una nota musical no es un sonido; es un universo de melodías que logra resignificarse cuando entra en comunión con sus otros pares.

En el poema DO, por ejemplo, se revela cómo residen variadas voces en un universo tan exacto y homogéneo; “toda ausencia / es sagrada / como Dios o la poesía / No decir nada / como los astros / es hablar / con el universo”. En lo idéntico de cada forma que puebla el cosmos está sucediendo algo único e irrepetible. De igual forma, en el poema MI el universo marino –tan extenso y de zonas idénticas– es capaz de albergar experiencias y situaciones que solo la afinidad con uno mismo logra entender: “el mar / es una célula de mi cuerpo / mis nervios iluminan las estrellas / las estrellas alumbran mis órganos”.

LEER AQUÍ: Desagravio de las cenizas, de Roberto Jáuregui

Progressio Harmónica

Reinaldo Arenas señalaba que “la verdadera historia de la humanidad la recoge y resume en forma estricta la poesía”. El segundo poemario de Trilogía poética se titula Progressio Harmónica y tiene en sus primeros poemas un conjunto de versos que, despojados de las formas, retoma la pluralidad de lo idéntico. Los poemas (Dedicatorias) A Ingrid Thalia y A Vincent permiten vivenciar lo emotivo en medio de juzgamientos y evocaciones: “Hijo, tu padre es un analfabeto de cuerpos ancestrales”.

Ahora bien, las otras partes de este poemario son las que configuran un proyecto estético que cumple con la tradición mencionada por Arenas. Ray Paz ofrece una explicación universal de la historia de la humanidad, a partir de la representación de formas geométricas (los segmentos se titulan Triángulo, Círculo y Rombo). Los antiguos pobladores del mundo recurrían a las formas geométricas para explicar el misterio del universo. Ray Paz hace lo mismo, pero con una resignificación poética que nos permite encontrar la sabiduría del cosmos en esos objetos que vemos a diario y que –con una forma definida y dialéctica– nos transforman.

LE PUEDE INTERESAR: La cotidianidad de lo efímero en ‘Se arreglan huesos’ de Yosset Bermejo

La aventura semiológica y poética

El tercer poemario se titula Pequeño cuadernillo de estudio del semiólogo Roland Barthes y cumple fielmente con la esencia de la reflexión semiótica: ser la teoría de los signos poéticos que se esparcen y deconstruyen en la variedad de lo mismo. En este poemario, el sujeto lírico interpreta y decodifica los postulados más conocidos del filósofo francés. Sin embargo, conceptos como La muerte del autor o El grado cero de la escritura no son teorizados ni explicados.

En realidad, lo que propone Ray Paz es una deconstrucción y un acercamiento; un encuentro en el que, gracias a la poesía, nuestra voz dialoga con la de aquellos que desafiaron el orden de las cosas. Con la lectura de TRILOGÍA POÉTICA, Ray Paz Quesquén nos dice que el poema es ese hálito superior que nos nutre, exalta y engrandece, alentándonos y reconstruyéndonos.

TAGS RELACIONADOS