Ayacucho, 1984. En medios de los avatares del terrorismo, una joven adolescente escribe su propia historia cargada de dolor y rezagos de esperanza. En este recorrido la vida y la muerte se entrelazan, se vuelven una suerte de reflexión, y se convierten en los cómplices de un sangriento escenario empañado por la lucha armada.
La Cautiva es una conmovedora puesta en escena, que busca llegar a la esperanza, “que te enseña una luz de optimismo”, tal como expresa su protagonista, una cálida Nidia Bermejo que vive con intensa pasión su rol.
La actriz, quien da vida a la inocente ayacuchana María Josefa, puede dar fe de que su vida a dado un giro magistral: “Hay un antes y después en mí con esta experiencia...Siento que tengo un compromiso: el ser más consecuente con lo que pienso”, medita al respecto Bermejo a la vez que se muestra satisfecha por el resultado final.
“María Josefa es un personaje simbólico”, defiende la actriz ante el hecho de qué la motivo a interpretarla. “Ella es un pueblo, un país. Son voces que han padecido en la época del terrorismo”, agrega. También comenta que la respuesta del público ha sido instantánea: “La gente conecta rápido, pues se trata de una niña con tanta inocencia, que termina siendo víctima de algo que desafortunadamente le tocó vivir”.
CONSTRUYENDO EL MOLDE. “Chela (de Ferrari) nos dio mucha libertad en el sentido creador”, recuerda la artista sobre los días de ensayo bajo las órdenes de la destacada directora de la puesta. “Empezamos a fluir y a improvisar. Ella nos decía que teníamos que partir del naturalismo, por eso nuestra mente empezó a idear sin parar...Llegamos a una dinámica de creación que fue enriquecedora. Todos nos sentimos muy libres, todos creamos. Luis León (dramaturgo de la obra) veía las pinceladas y el proceso. Es bonito recordar los ensayos. Fueron momentos felices, a pesar del fuerte tema”.
La obra, además, toca el cándido despertar del amor en su protagonista, que consciente de su terrible realidad, intenta crear un mundo paralelo que - por instantes - le hace frente al horror. Para Nidia no fue un obstáculo adoptar el inquieto espíritu de una adolescencia.
La puesta en escena ya conquistó a una gran legión de espectadores. Es una pieza que nos ayuda a recobrar la humanidad, que nos invita al pasado para ser testigos de una época de masacres y víctimas que cayeron tristemente en el anonimato, y que hasta hoy claman por justicia.
La obra va hasta el 16 de diciembre en el Teatro La Plaza de Larcomar.
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