La historia de la colombiana Paula López Espinoza, autora de “La Joya de tu Alma”, es el reflejo de una mujer que decidió dar la espalda al dolor y a la adversidad para reinventarse en todas sus formas. Tras disputas familiares y conflictos emocionales, buscó empezar de nuevo; fue así que dejó su profesión de joyera de gran éxito para mudarse a Madrid y empezar una nueva vida. “Cuando llegué a la cima del éxito como diseñadora de joyas, que atendía tres tiendas en diferentes lugares del mundo, llegué a la soledad de la cima. Eso le pasa a muchas personas, que cuando llegan a esa cima se sienten absolutamente solas, porque, en la mayoría de los casos han sacrificado sus afectos más cercanos y sus valores espirituales”, dice López.
¿Para conseguir el éxito no necesariamente debes dejar en el camino tus afectos y tus valores? No, no necesariamente. Yo creo que el éxito en la vida está cuando tú ordenas tu jerarquía de valores y cuando eres capaz de darle tu valor real a lo que tienes. Muchas veces lo que hacemos es tergiversar esa jerarquía de lo que es valioso en la vida, y de lo que no lo es realmente, y cuando la gente le da la vuelta a esos valores y entra en los equivocados es cuando cae en ese vacío que hoy en día es como una pandemia.
Pareciera que media humanidad va por la vida sin darse algo de tiempo para preguntarse cuál es su objetivo de vida. Lo que está pasando hoy es que mucha gente se ha acostumbrado a vivir en automático. Cuando las personas vuelan en piloto automático viven en un mundo vertiginoso, un mundo que te acosa, un mundo que te exige, un mundo que no te da tiempo para la reflexión interior. Te conviertes prácticamente en un robot.
En tu libro dices que la joya más preciada es el alma.
Todos tenemos esa joya, lo que pasa es que no nos atrevemos a buscarla, muchas veces no sabemos dónde, no sabemos cómo. En el libro, lo que yo hago es una invitación a las personas a que excaven en su interior para que puedan encontrar ese diamante, lo malo es que cuando lo encontramos, ese diamante no brilla, está opaco, está amorfo, está lleno de carbones que obstruyen la luz en nuestro interior.
¿Y qué es lo que obstruye esa luz?
Son nuestras heridas, nuestros traumas, nuestros dolores, nuestros secretos, todo ese material emocional debemos quitarle a ese diamante para que pueda brillar. Todos tenemos ese potencial.
Hay que ser honestos para empezar ese proceso.
Claro, el primer adversario que nosotros encontramos en el camino espiritual es el ego, ese es el adversario real que no te deja reconocer tus faltas, el que cree que todo lo puede, el que te pone las máscaras del exitoso, del rico, del que tiene un cierto nivel social, económico, o el que tiene un trabajo importante. Cuando nosotros alzamos la mirada y le damos el protagonismo al espíritu, allí nos centramos en lo que somos, cuando encuentras realmente quién eres en la vida, cuál es tu tarea espiritual, es cuando realmente llegas a la plenitud.
¿Cómo fuiste clasificando estas diez facetas espirituales del alma que planteas en tu libro? Llegué a reconocer esas diez facetas porque el libro para mí fue una catarsis personal, fue lo que yo viví en mi propia carne, en mi propia piel, en mi propia historia, cuando descendí al infierno, al dolor, a la frustración, a la soledad, la enfermedad, a la pérdida de mis afectos más cercanos. Cuando llegas a ese momento en la vida, es que tienes una colección interminable de pérdidas, que solamente adquieren valor cuando reconoces a aquellos que vinieron a enseñarte.
¿Qué importante fue escribir tu libro sin tratar de ocultar tus vivencias?
Hasta casi el décimo capítulo del libro había escrito en tercera persona, es decir, yo estaba contando la historia como si fuera una paciente mía, pero en un momento comprendí que la autenticidad real del libro vendría si yo me atrevía a quitarme la máscara y a decir la verdad. La verdad era que no era mi paciente, era mi propia historia, esa fue la catarsis más dura, esa fueron las horas más prolongadas de dolor, de tristeza, de vulnerabilidad, de haber bajado al infierno, de mi realidad personal, pero el libro al final fue mi medicina para sanar.
¿Tras todo ese proceso definitivamente la joyería quedó atrás? La joyería quedó en el camino, mis joyerías las cerré, y ahora me dedico a pulir diamantes espirituales.