Ubicado a menos de dos horas de Trujillo, este distrito de Otuzco ofrece lugares y vistas únicos en la región. Posee un mirador desde donde se pueden apreciar la capital liberteña y el mar. (Foto: Élmer López Guevara)
Ubicado a menos de dos horas de Trujillo, este distrito de Otuzco ofrece lugares y vistas únicos en la región. Posee un mirador desde donde se pueden apreciar la capital liberteña y el mar. (Foto: Élmer López Guevara)

Salpo es un distrito de Otuzco situado a 3,400 m.s. n.m. y al que se llega en menos de dos horas. Es esta cercanía y el tiempo de verano que se disfruta por estos meses los que han influido a que en poco tiempo se pueda acceder a sus atractivos turísticos, en la .

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Son tres los lugares bien determinados los que conforman el círculo turístico: el mirador Balcón del Cielo, habilitado en la cima del Ragash, el cerro mayor de Salpo; el bosque de piedras y las ruinas de El Gran Shamana, en el caserío de Shulgón; además del mirador Mal Paso, en inmediaciones de El Milagro, que permite ver, por encima de un gigante colchón de nubes, los pueblos cercanos y los de la costa.

Una forma de alejarse de la ciudad y su estrés. (Foto: Élmer López Guevara)
Una forma de alejarse de la ciudad y su estrés. (Foto: Élmer López Guevara)

El recorrido empieza en el mirador Balcón del Cielo, al que se sube en movilidad y desde donde se ve el pueblo en toda su amplitud. Pero lo más asombroso es que se observan, con inobjetable claridad, los caseríos de Samne y Poroto, así como los distritos de Laredo y Trujillo, además del mar, cuya puesta de sol es una maravilla crepuscular que se ofrece a la vista en interminables 30 minutos, a partir de las seis de la tarde.

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A este espectáculo se añade la vista de las inquietas luces nocturnas de la ciudad de Trujillo y la línea del mar alumbrado por el faro de Salaverry. De modo que es natural que muchos aprovechen para acampar toda una noche, pero tomando en cuenta las previsiones por el clima y la altura, ya que este mirador está a 3,550 m.s.n.m. Si deciden no pernoctar en el Balcón del Cielo, el periplo continúa hacia el caserío de Shulgón, en donde empieza la magia apenas se pone un pie en el bosque de piedras, siguiendo la ruta de una vereda empedrada (una intervención civil realizada por la municipalidad distrital) en medio de la plaza principal, arrullados por un viento capaz de transportarnos a estados cósmicos. Es el mismo viento que moldeó a través de miles de años los colosos de piedras y que hoy ofrecen esculturas naturales, caprichosas y citadinas, que el libre vuelo de la imaginación pueblerina ha dado por llamar Los padres, Los novios, La pareja, Las manos de Dios, El pato, El búho, El sapo…

La vista es impresionante. (Foto: Élmer López Guevara)
La vista es impresionante. (Foto: Élmer López Guevara)

Hacia el otro lado están los restos de la ciudadela de piedra denominada Ruinas de El Gran Shamana, Patrimonio Cultural de la Nación desde 2006. Este monumento preínca abarca vestigios arqueológicos como muros, palacios, cuarteles y muros de protección que sirvieron para la defensa de los fenómenos climatológicos. Lo que más llama la atención son los restos de un reloj solar, que ha sido llamado Canta Gallo por los pobladores.

En seguida, ya cayendo la tarde, la parada obligada es el mirador Mal Paso, en las inmediaciones del caserío El Milagro, donde también se puede ver el crepúsculo por encima del cúmulo de nubes que dan la impresión de un pomposo colchón blanco. La tarde concluye con los bailes de turistas acompañados de una pequeña agrupación folclórica.

Salpo vive el boom del turismo como nunca lo imaginó. He ahí un factor importante para su desarrollo.

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