Producto de una excavación en un templo de Lima, han salido a relucir figuras talladas de rostros de serpientes y felinos multicolor, entre otras representaciones de quiméricas criaturas mitológicas del Antiguo Perú. Ubicados en los muros de un templo en la Huaca Garagay en el distrito de San Martín de Porres, luego de permanecer enterradas durante siglos, ajenas a la vorágine urbana.
Las figuras, esculpidas en profundos relieves de barro unos 3.500 años atrás, son por su antigüedad una extraordinaria muestra artística de las primeras civilizaciones de Suramérica, ya que no hay evidencias similares en otras culturas coetáneas, contó a Efe el arqueólogo Héctor Walde, jefe de las excavaciones. Para encontrar esculturas coloreadas de índole similar hay que trasladarse unos 800 kilómetros al norte de Lima, hasta la Huaca de El Brujo y la Huaca de la Luna, construidas mucho después de Garagay por la civilización moche, y todavía siglos antes de que los incas sometieran a esos pueblos para dominar gran parte de Suramérica.
Los relieves componen un conjunto de frisos de vistosas tonalidades que adornaban las paredes del atrio de la huaca Garagay, uno de los templos prehispánicos más grandes de la capital peruana, en forma de pirámide escalonada de 30 metros de altura, y ubicado en un área de 22 hectáreas, cerca del centro colonial de Lima. Allí, el equipo de Walde descubrió en las últimas semanas las representaciones de dos enigmáticas figuras, un felino con un pelaje moteado y otra compuesta por los dos lados de un imponente rostro con grandes colmillos, separados por una hilera vertical de dientes. Las esculturas son probablemente las representaciones de los animales en los que creían transformarse las personas que allí entraban en trance al tomar sustancias alucinógenas durante la realización de rituales y ceremonias.
"Es muy común hasta la fecha que los participantes vean a su interlocutor transformado en un jaguar o un águila", detalló Walde. Las figuras están pintadas en rojo, azul y amarillo, pero no siempre tuvieron esa apariencia, pues presentan varias capas de pintura, lo que denota que fueron conservadas con esmero durante mucho tiempo y pintadas en diversas ocasiones, según Walde.
Su iconografía recuerda las cabezas clavas del templo de Chavín de Huántar, la máxima expresión de la civilización Chavín, que se expandió por los Andes al tiempo que Garagay entró en decadencia, lo que da a entender que ese pueblo andino absorbió el arte de la costa y lo representó a su manera en piedra tallada, apuntó el arqueólogo. El rostro y el felino aparecieron en una posición simétrica a otra serie de relieves con las mismas características descubiertos hace unos cuarenta años en la pared opuesta al atrio, pero que fueron destruidos años después por la población.
Entre las figuras ya inexistentes estaba el símbolo más representativo de Garagay, un medallón con el perfil de una cara con grandes dientes y un tentáculo, y otro de un crustáceo, denominado la langosta por sus numerosas patas. Aunque las nuevas excavaciones cuentan con vigilantes, por los alrededores de la pirámide transitan a todo momento los vecinos que viven cerca del templo, cuyas casas son producto de una invasión acontecida hace treinta años. Walde admitió que el principal reto para conservar los nuevos hallazgos es lograr que la población respete el monumento y lo pueda usar para fines educativos, culturales, recreativos y turísticos. Por su parte, el gerente de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) para la recuperación de su centro histórico, Luis Martín Bogdanovich, indicó a Efe que "no se trata solo de la recuperación de una memoria y un patrimonio, sino del sentido de pertenencia en la gente" de esos hallazgos.
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