Eduardo Romay, capitán de la selección peruana de vóley masculino, ha develado una problemática social que existe en torno a esta disciplina. El voleibolista alza su voz y señala que los marcados estereotipos de la sociedad son uno de los factores que impide a su deporte destacar internacionalmente y participar en grandes eventos como los JJ.OO. o un Mundial.
¿Los estereotipos de género pueden frenar la carrera de un deportista?
Claro. Mucha gente me dice que no trate de tapar los fracasos de la selección por decir que los problemas sociales son muy grandes, pero todo empieza ahí. Hay chicos de 11 o 12 años que les gusta el vóley y tienen potencial, pero abandonan su pasión por temor al qué dirán. También hay a quienes no les importa lo que digan los demás, pero tienen a padres que les prohíben practicar este deporte porque dicen que luego regresarán ‘medio amanerados’. Los que se están haciendo es frenar ese desarrollo y ese es el inicio de que no exista una cantidad de jugadores con la que podamos trabajar.
¿Por qué crees que aún persiste esa idea en la sociedad?
Todavía tenemos una sociedad muy machista, conservadora y de mente muy cerrada. Estamos en una ciudad donde la gente no se atreve a hablar y es justamente lo que debe cambiar. Los grandes cambios empiezan alzando la voz, pero falta que los protagonistas de los ataques de bullying den a conocer esta problemática.
Y en tu caso... ¿Cómo lograste superar los comentarios?
Cuando tenía 15 años yo media 1.92 y todos se burlaban de mí, pero cuando llegué al vóley me encontré con un grupo de personas en donde todos querían tener mi talla y me decían lo afortunado que era ser alto. Eso me hizo sentir muy apreciado con lo que tenía y dejé de odiar mi altura para amarla, eso hizo que las burlas y todo lo demás no me importaran más porque encontré un lugar donde aprendí a quererme, a ser agradecido con lo que tenía. A mí el deporte me salvó la vida. Hoy en día, los comentarios no cesan y pasa mucho en las redes sociales e, incluso, en los mismos círculos del vóley que son los más tóxicos. Somos pocos los suertudos que tuvimos una familia que nos apoyó y que tuvimos el carácter para llegar, pero no es suficiente, la sociedad tiene que cambiar para poder crecer.
Pero, ¿también existe una problemática federativa?
Quitando el conflicto social que tiene el vóley masculino, claramente tiene que haber más apoyo de la FPV. Creo que es una federación en la que siempre ha predeterminado el femenino y al cual se le da el 75% del presupuesto. No existe ninguna marca exclusiva para nosotros. Pero todo esto es como un círculo, donde todos tienen que poner de su parte porque para que la FPV tenga más ingresos, las ligas nacionales tienen que tener buenas taquillas; para que haya buenas taquillas, la gente tiene que ir a las ligas y para eso tiene que haber un interés por el vóley masculino. Esto último implica también un proceso de marketing en donde los medios difundan el deporte y para eso tenemos que ganar, pero necesitamos un poquito más de apoyo.
¿Cuál es la situación actual de la selección de vóley masculino?
La dirigencia anterior nos proporcionó giras y canchas para entrenar con lo cual logramos subir al puesto 100 en el ranking mundial, todavía teniendo muy poco. Lamentablemente por el tema de la pandemia, la FPV nos canceló las dos giras que teníamos previstas para este ciclo y estamos yendo a un sudamericano sin previamente competir en donde un Brasil, Argentina y Venezuela están preparados para los JJ.OO. Nosotros como seleccionados estamos entrenando para el Sudamericano y estamos tratando de destacar para que las siguientes noticias sean “Perú entra a una semifinal” y así generar más interés en este deporte.