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Haber crecido con el negocio que los padres u otros familiares crearon no nos vuelve expertos en administración. Si la persona que asume el papel del propietario, no tiene las habilidades de gerencia que se requieren y no contrata a alguien con los conocimientos necesarios, podría acabar con empresa antes que expandirla.

Por errores similares, muchas empresas familiares se mantienen cuando mucho hasta la segunda generación. Otros errores típicos de estos negocios son:

1. Trabajo para todos. La creación de puestos innecesarios con sueldos elevados que no se justifican en las necesidades de la empresa. Los buenos trabajadores se marchan porque no hay un sistema meritocrático que les asegure que tendrán un mejor puesto en el futuro.

2. Líder carismático. Que las decisiones de la empresa se determinen por la personalidad de su líder y una vez que este desaparece, no se tiene claro quien asumirá el control.

3. Saltarse los reglamentos. Es una mala práctica muy común que a unos cuantos clientes se les otorguen ciertos beneficios que van contra los lineamientos de márketing de la propia empresa. Particularmente se hace con los clientes más antiguos por el afán de conservarlos.

4. Cambian lentamente. Cuando no toda la familia está de acuerdo, los cambios toman demasiado tiempo en hacerse. Como consecuencia, la innovación es lenta y las inversiones son mucho menos arriesgadas.

5. Comunicación informal. Por más cercanía o vinculación que exista entre los diferentes estamentos de la compañía, el plan de comunicación debe respetarse en sus elementos jerárquicos y horizontales. No permita que la información más valiosa se maneje como rumores.

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