Se corre el riesgo de que esta medida sea aprovechada por los distribuidores y no llegue al consumidor final, señalan los  especialistas.
Se corre el riesgo de que esta medida sea aprovechada por los distribuidores y no llegue al consumidor final, señalan los especialistas.

Tras el anuncio oficial, por parte del presidente, Pedro Castillo, del retorno del gas licuado de petróleo envasado (GLP) al Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (FEPC), más son las opiniones en contra que a favor.

Carlos Oliva, exministro de Economía y Finanzas, señala que este tipo de subsidio a la oferta, que no está focalizado, beneficia a la gente que tiene más dinero y que, por tanto, consume más gas; y no a toda la población vulnerable, que es quien lo necesita.

Sostiene que, cuando se subsidia un tipo de gas, en este caso el envasado, hay mucho arbitraje y la tendencia es que se termine vendiendo a granel, como se ha visto anteriormente y, probablemente, esto continuará ocurriendo.

Además, explica que, como esta medida aplicará para el mayorista (productor e importador) se corre el riesgo de que, al pasar por varias manos, el subsidio termine diluyéndose en la cadena de comercialización y que el efecto al consumidor final no sea lo esperado.

“En el pasado hemos visto que gran parte de esta reducción se queda en la cadena y no se ve en el mercado, por ello se requiere que haya una fiscalización muy estricta para que no vuelva a pasar”, dice Gustavo Navarro, extitular de la Dirección General de Hidrocarburos del Minem.

impacto. Finalmente, Oliva afirma que la cereza del pastel es el costo fiscal que tendrá esta iniciativa. “No se sabe cuánto, todo depende de cómo se fije el precio y su actualización. Por algo, el MEF lo sacó de la lista del FEPC”, puntualiza.

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