En 1920 la familia Ponce, que vivía en la calle Cusco del distrito de Sachaca, inició las fiestas de carnavales. Fueron ellos los primeros en tener disfraces coloridos que alquilaban a los vecinos.Así comenzaron a reunirse y a usar su imaginación para darle vida a peculiares personajes.

Santos Villanueva fue uno de los que dejó varios recuerdos bonitos, porque era muy jocoso en esta festividad. Le daba vida al “viejo” que vestía un chaleco, gorro y pantalón de color rojo, en la cara se colocaba una máscara de borrego y en la mano llevaba una espada, que según cuentan la había usado para combatir a los chilenos en una de las batallas que se libraron en el sur del país. “Al pasar raspaba la brillosa espada en el piso y sacaba chispas, los niños le teníamos miedo”, recuerdan los pobladores que lo conocieron.

Salvador Villanueva era otro protagonista que no faltaba a la fiesta. En su caso, se pintaba la cara con betún negro y vestía ropa andrajosa, con guitarra en mano cantaba las picarescas coplas.No podemos dejar de citar a Sabino Salas, quien se transformaba en una mujer puneña, usando pesadas polleras. 

Comentan los lugareños que en una oportunidad estaba bailando y al pasar cerca a una acequia perdió el equilibrio y terminó empapado.Las polleras se mojaron y el peso no le permitió salir por sus propios medios, tuvieron que ayudarlo varios asistentes y ese año ya no pudo ser parte del festejo, ya que su vestuario se mojó por completo.

DESCENDENCIA. Durante varias décadas Raúl del Mar fue el encargado de organizar el entierro del Ño Carnavalón y lo hizo de manera coordinada con los vecinos, pero hace 10 años dejó de existir lo que ocasionó que por dos años no se haga el festejo por falta de una persona encargada.

Ahora, Máximo Vilca ha tomado la posta y con anticipación ensaya las coplas, confecciona el muñeco y ve todos los detalles junto a una comitiva para garantizar un evento agradable para los lugareños y visitantes.

Leandro Del Mar, (hijo mayor de Raúl) lleva en la sangre su pasión por la fiesta, por eso es “el diablo” y cubre su rostro con una tela roja. No lo dudó y elaboró su traje para unirse a la comparsa.“Antes no había muchas vestimentas, pero en la anterior gestión del alcalde Emilio Díaz nos donaron 20 trajes que son los que usamos cada año para nuestra actividad”, explica Máximo Vilca.

PREPARATIVOS. En Sachaca, el entierro del Ño Carnavalón se realizará el domingo 10 de marzo. La comisión organizadora ha previsto que el día previo se elabore el muñeco que será rellenado de granza. Siempre es varón y de casi dos metros de estatura.A tempranas horas se reúne la comparsa e inician su recorrido, visitando las picanterías La Cau-Cau, de Huaranguillo, La Cau-cau, de Sachaca, y el restaurante El Encontrón. 

Luego llegan a las viviendas de la señora Lucila y la familia Calderón, acabando en la casa de la familia Vera Espinoza. En todos estos lugares bailan, cantan y comparten algunos bocadillos y bebidas.El punto final es el mirador del distrito, hasta donde llegan con el muñeco que lleva el nombre de algún personaje político que destacó por su mal accionar, en todo momento “la viuda” llama la atención llorando acongojada por el inminente deceso de su pareja.Llega el momento más esperado, la lectura del testamento que deja peculiares herencias, las cuales en varias oportunidades incomodaron a los herederos. Finalmente, se quema el Ño Carnavalón, terminando la fiesta popular.