Jornaleros cuentan como es que se las ingeniaron para sobrevivir durante los dos últimos años y su aporte a los mercados de la ciudad. (Foto: Difusión)
Jornaleros cuentan como es que se las ingeniaron para sobrevivir durante los dos últimos años y su aporte a los mercados de la ciudad. (Foto: Difusión)

Una de las actividades más antiguas e importantes en la región es la agricultura. El trabajo en el campo  o la chacra no se detuvo  ni aún durante los años más duros de la pandemia, ni ahora, pese al alza del costo de vida.

Cada día, los hombres y mujeres  que se dedican a esta actividad salen muy temprano a trabajar para  solventar a su familia, en una jornada que suele ser muy cansada y que  los agota por el esfuerzo físico que implica el estar agachado durante casi 8 horas y bajo el intenso sol, no es nada fácil cuando recién empiezan a salir. Además, que están expuestos a algunos peligros de acuerdo al trabajo específico que se les ordena, pues al ser una labor independiente no cuentan con un seguro de vida.

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Historias

Eduardo Mamani Ramos es uno de estos trabajadores del campo, nos cuenta que el jornal o el pago en estos días ha subido hasta 20 soles, por el alza de los productos en el mercado y varía de acuerdo al trabajo que uno hace  o si es de hombre o mujer. Por ejemplo, entre abril y junio, para cosechar papa pagaban hasta 70 soles y ahora es hasta 95 soles, mientras que en la cosecha de cebolla pagan entre 120 a 140, dependiendo de si es hombre (que saca el producto de la tierra) o mujer, que corta y separa la cabeza del tallo.

Al ser un trabajo informal, uno no está seguro de laborar todos los días, ya que cada vez hay más competencia, puesto que los dueños  de las chacras o peones escogen a su personal considerando la edad y sexo, según la tarea que requiera. No obstante, la necesidad de algunas familias hace que ya estén afuera desde las 4:30 de la mañana, esperando hasta las 6:30, aproximadamente, para ser escogidos y empezar a las 7:00 para salir a las 16:00 horas, de lunes a viernes.

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Los fines de semana, con la finalidad de disfrutar un poco de la familia, tratan de salir aún más temprano, por lo que empiezan desde las 5:00 horas para trabajar de corrido y terminar a las  13:00 horas.

Es el caso de la señora Isidora Condori, quien es madre soltera. Comienza su jornada temprano y, por lo general, no puede ver a su hijo durante el día o  una semana, por las largas horas de jornada. Al llegar a casa se acuesta temprano para poder madrugar y antes de las 4:30  dejar el desayuno y  almuerzo hecho. Presurosa, cada mañana se integra a la “cuadrilla”, para seguir con la rutina que se convierte en un círculo necesario para sobrevivir.  No obstante,  la falta de tiempo con su menor hijo ha generado problemas, y el pequeño no puede rendir satisfactoriamente en el colegio y ya tiene varias llamadas de atención. Es el mismo caso de Juana Quicaño, quien sale a trabajar cada día. Su meta es hacer de su hijo un profesional.

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No me gustaría que mi hijo termine trabajando como yo, porque es cansado y bajo el sol es mucho peor, él debe recibir todo el apoyo que le puedo dar para salir adelante y ser profesional, así es la vida”, señaló acongojada.

Testimonio

Como en todo trabajo, existen buenos y malos jefes,  y este caso no es la excepción. Algunos dueños o capataces a veces denigran o insultan a los trabajadores porque están bajo su mando.

Un día estaba colgando cartón y entonces me llevaron, pero yo estaba aprendiendo,  al final el dueño revisó los cartones y había uno que se estaba moviendo y me echaron la culpa, cuando era de otra persona. La otra vez fuimos a basurear y había un puneño, pero el capataz lo insultaba y humillaba por ser de la altura. No tenía derecho, solo porque no era dueño, era otro trabajador más”, señaló Eduardo Mamani Ramos.

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Durante la pandemia, mientras la mayoría de la población cumplía la cuarentena por el alto índice de contagios por el nuevo coronavirus, las denominadas “cuadrillas”, que necesitaban del dinero para solventar su hogar, continuaron saliendo a labrar la tierra, pues las ciudades no podían quedarse sin alimentos. Al inicio se cuidaron un poco con la mascarilla, el alcohol, no compartir los platos, cucharas o vasos, pero luego, al estar en un ambiente libre, dejaron algunos protocolos.

Se podría decir que este trabajador sabe más que el dueño y el mismo comerciante, porque están más expuestos y cerca de la agricultura

En la agricultura, los de chacra saben más que un ingeniero, hasta incluso más que el dueño, porque el dueño no hace nada y muchas veces está sentado viendo y observando que hagamos bien. Hasta sabemos más que el comerciante, pero ellos se aprovechan del agricultor porque lo compran a veces barato en el campo y en el mercado lo venden caro. No es seguro, pero es una manera de conseguir platita independientemente, al menos para sostenerse, porque ni el Gobierno ni el Congreso se acuerda del ciudadano”, refirió Mamani Ramos.