“Que años aquellos”, dice Ignacio Ortiz (80) mientras mira con nostalgia fotos antiguas de Arequipa. Desde hace 53 años se dedica a la fotografía en la Plaza de Armas de la ciudad, lugar donde pudo retratar momentos felices de miles de familias, teniendo como fondo el elegante Tuturutu y la majestuosa basílica Catedral.

“Los sábados y domingos siempre venía gente y me pedían que les tome fotos, recuerdo que en ese tiempo pasaba el tranvía, también los caballos que recorrían el perímetro de la plaza para dar un paseo a los turistas, yo capturé muchas de esas cosas pero esas fotos las boté pensando que no eran tan importantes, pero ahora veo lo valiosas que eran”, manifiesta.

En el último siglo, Arequipa ha sido escenario de diferentes eventos revolucionarios que marcaron la historia, además de ser la cuna de personajes ilustres. En 1918 la ciudad estaba conformada por 34 mil 781 habitantes, hoy somos 1 millón 80 mil 635 habitantes.

El historiador y director de la Biblioteca Mario Vargas Llosa, Rommel Arce, califica 1918 como un año “compulsivo”, por entonces el alcalde de Arequipa fue Andrés Guillermo Meneses Cornejo, militante del Partido Civil, liderado por el abogado José Pardo y Barreda, quien gobernaba el país en segunda oportunidad.

Por el aniversario de Arequipa no había una ceremonia protocolar ni un corso como ahora, pues todo se limitaba a las visitas masivas de los vecinos a las diferentes iglesias para celebrar la fiesta de la Virgen de la Asunción, y como parte de la eucaristía, también se hacía mención al onomástico de la urbe.

En 1918 estaban en la agenda del Parlamento Nacional, proyectos de ley sobre accidentes de trabajo y libertad de culto, motivos de debate en los centros sociales obrero y católico en Arequipa. Los líderes de estos grupos solían subir a la pontezuela, ubicada en el arco lateral del atrio de la Catedral, desde donde daban discursos al pueblo sobre estos temas.

Ese mismo año, Ángel Gustavo Cornejo y Mariano Lino Urquieta, senadores por Arequipa, presentaron iniciativas legislativas para establecer el matrimonio civil, autorizar el divorcio con ruptura de vínculo, y encomendar a los tribunales civiles el conocimiento de las causas sobre separación y nulidad.

La llamada Unión Católica de Mujeres, encabezada por la escritora María Nieves y Bustamante, se movilizó por toda la ciudad en contra de la normativa, llegando hasta la casa de Lino Urquieta en la calle Santa Marta donde arrojaron piedras.

Un hecho destacable que se asemeja a lo que hoy se está viviendo en el país, es que en 1915 la clase obrera arequipeña protestó contra el alza de los precios de las subsistencias. El prefecto de la época, José Rodríguez del Riego, ordenó sofocar esta reacción social y terminó en la muerte de diez trabajadores, quienes hasta el día de hoy están enterrados en el cementerio de La Apacheta.

Son todos estos hechos que yacen en la memoria de nuestros antepasados y aún prevalecen y pueden ser contados gracias a las valiosas escrituras dejadas por historiadores arequipeños. 

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