Coronavirus, la bitacora del dolor en Arequipa durante los primeros 100 días de emergencia
Coronavirus, la bitacora del dolor en Arequipa durante los primeros 100 días de emergencia

La mañana del 7 de marzo se detectó al enemigo invisible en Arequipa. El primer caso positivo por el nuevo  en la ciudad había sido ubicado y se convirtió, a la vez, en el sexto contagio que la pandemia había desatado tres días antes en el país por casos importados. Era un joven de 29 años residente en Inglaterra, quien había llegado Arequipa para visitar a su familia.

“Es un problema controlable”, dijo entonces el director ejecutivo de Salud de las Personas de la Gerencia Regional de Arequipa, Ismael Cornejo Rosello, sin conocer con exactitud las verdaderas armas con la que el virus había llegado.

Recomendó a todas las personas que contrajeran el virus inmovilidad en sus viviendas, para no transportar la enfermedad que por entonces no preocupaba tanto.

Se presentaron cinco camas tipo UCI en el hospital Goyeneche, que había sido designado como hospital centinela para atender a los pacientes que no tardarían en necesitar asistencia médica agobiados por la tos, fiebre y la falta de aire en sus pulmones dañados por el virus. Pronto serían insuficientes.

AVANCE. En pocos días el enemigo empezó a golpear. Las palabras de Cornejo quedaron fuera de la realidad y su recomendación sencilla, pero fundamental para contener al nuevo SarsCoV2, no fue escuchada por la población, pese a que fue obligada al confinamiento en sus viviendas a partir el 16 de marzo, con la publicación del Estado de Emergencia mediante el Decreto Supremo Nº 044-2020-PCM.


EXPLOSIVO

En solo dos semanas y mientras surgían problemas para acondicionar al vetusto Goyeneche con equipos y personal para atender pacientes COVID-19, los contagios se elevaron a 30 en Arequipa y el 31 de marzo se produjo la primera víctima. Un varón de 89 años falleció a las 23:00 horas en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Carlos Alberto Seguin Escobedo, el mismo día que le dijeron de su contagio con la COVID-19. El procesamiento de muestras aún era muy lento, pues eran enviadas al Instituto Nacional de Salud en Lima.

El entonces encargado de la red asistencial de EsSalud, Yuri Vilca, dio un dato importante y revelador sobre el comportamiento del virus en la ciudad y lo que comenzaría a causar en adelante. El primer fallecido con COVID-19 no había tenido contacto con ningún caso positivo anterior, fue un contagio comunitario. El virus ya se movía con la población local y aunque EsSalud se preparó con anticipación, el hospital Carlos Alberto Seguín se llenó con pacientes hospitalizados y ventilados.

La creciente curva de infección obligó a las autoridades de Salud a realizar el acondicionamiento del laboratorio regional para procesar pruebas moleculares. Los cercos epidemiológicos eran desbordados y había la imperiosa necesidad de identificar con mayor rapidez a los enfermos para aislarlos, y esto se hizo con las pruebas rápidas. El Colegio Médico y el mismo personal de salud de los hospitales advertía ya la falta de instalaciones adecuadas para atender a los casos graves.

El 3 de abril, el Goyeneche fue dejado de lado para la atención de pacientes con sintomatología grave, y la Gerencia Regional de Salud emitió la Resolución Gerencial 172, con la que se designó al Honorio Delgado Espinoza como hospital COVID. Los trabajos de acondicionamiento ya habían comenzado.

NUEVO MANEJO

En plena crisis por el COVID-19, con 66 contagios y cuatro muertos, Leonardo Chirinos reemplazó a Dember Muñoz en la Gerencia Regional de Salud, mientras que Richard Hernández Mayori hizo lo propio con el renunciante Juan Condori en el timón del Honorio Delgado. No fueron los únicos cambios que se hicieron, pues desde el 8 de abril se instaló el Comando Regional COVID-19 para enfrentar la pandemia del coronavirus que había sobrepasado la capacidad de respuesta y toma de decisiones del gobernador regional Elmer Cáceres Llica.

En una de las conferencias del Comando, el epidemiólogo Percy Miranda proyectó que la segunda semana de mayo se tendría un pico de 1,500 contagios, de los cuales, el 5% iría a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). No hubo nada más cierto sobre la presencia del virus en la ciudad.

Lamentablemente, las estimaciones fueron correctas y el ingreso a la temporada fría agudizó los contagios. El 17 de mayo se confirmaron 1927 enfermos, 86 personas estaban hospitalizadas, 25 en UCI y 36 pacientes habían muerto.

Sobre la marcha y con muchos tropiezos se implementó el Centro de Aislamiento de Cerro Juli para atender a los enfermos leves, se acondicionaron con camas y ventiladores en el Honorio Delgado, que hoy en día funciona a tope. Las 146 camas operativas están ocupadas, así como los 26 ventiladores instalados.

Durante la última semana el enemigo no dio tregua en Arequipa. Pacientes pernoctaron en carpas instaladas fuera del hospital general Honorio Delgado conectados a un balón de oxígeno para poder respirar, otros lo hacían sentados en sillas de ruedas y hasta recostados sobre cartones tirados en el suelo a la espera de conseguir un cupo al interior del hospital.

Algunos afectados ni siquiera tuvieron opción de conseguir un “ticket” de ingreso. La COVID-19 acabó antes con ellos, como ocurrió la mañana del miércoles con una mujer de 80 años que murió en el asiento del taxi en el que fue auxiliada al hospital por su hijo desde Paucarpata, distrito que bordea el millar de contagios. Su cuerpo fue ingresado a una bolsa negra mientras un grupo de enfermeras protestaban por falta de equipos de protección personal. El momento fue visto por la ciudad a través de las transmisiones en vivo que realizó la prensa.

El viernes último, cuando el ministro de Agricultura, Jorge Montenegro, llegó a la ciudad para entregar 6 ventiladores más, que ya están aliviando la falta de aire en los pulmones de los más graves, los contagios llegaron a los 7 mil 954 casos, 434 personas estaban hospitalizadas, 65 en UCI con ventilación y las muertes se elevaron a 203.

EQUIPOS

El panorama adverso se suma el constante reclamo de los médicos, enfermeras y demás personal por la falta de Equipos de Protección Personal (Epps).

Asimismo, la falta de oxígeno instalado en el nosocomio ha sido uno de los últimos problemas que las autoridades tratan de resolver antes que el hospital colapse por completo. Las empresas privadas se comprometieron en brindarlos y el Gobierno Regional tardíamente comenzó con la instalación de un tanque de 20 mil metros cúbicos en el hospital COVID para transportarlo directamente a las camas. Mientras tanto, se espera que se haga realidad la construcción de una planta para que el Ministerio de Salud (Minsa) produzca su propio gas medicinal.

COMUNICADO

“Que Dios nos apoye”, exclamó con resignación el gobernador Elmer Cáceres Llica, quien reconoció que el sistema de Salud está a punto de ser quebrado por completo por el enemigo que gana terreno a pasos agigantados, rompiendo las trincheras puestas por el sector Salud como los cercos epidemiológicos para su contención.

Ante la liberación de la cuarentena, la autoridad regional y las del sector Salud han recomendado que sean las propias personas quienes cuiden hoy más que nunca de su propia salud.

“Estamos en el momento más crítico y lamentamos la pérdida de vidas. Es una batalla dura y nos hemos preparado para tener las condiciones más adecuadas para atender a los enfermos. Necesitamos la unión de todos, solo nos falta que la población nos acompañe en esta difícil tarea de vencer al virus”, sostuvo el gerente regional de Salud, Leonardo Chirinos, quien no ha cesado en su recomendación sobre el continuo lavado de manos, uso de mascarilla y distanciamiento social.

“Tenemos una proyección de 700 camas, pero quisiéramos no utilizarlas. Eso va a depender del esfuerzo que haga no solo el sector Salud con los cercos epidemiológicos sino también de la población que tiene que ser parte del ejército que lucha para contener esta pandemia, ayúdennos a ayudarlos” agregó Richard Mayori, director del Honorio Delgado con relación al SarsCoV2 que es mucho más contagioso y letal de lo que fue la pandemia del AH1N1.

Solo en Arequipa, el coronavirus ha causado más contagios y muertes de lo que provocó la influenza a nivel nacional entre el 2009 y 2010 cuando se registró el contagio de 9 mil 657 personas y el deceso de 228 infectados en el país. 

El enemigo invisible no da tregua, hasta ayer se registraron 8 mil 891 casos positivos en Arequipa, de los cuales 215 fallecieron y 4 mil 12 se recuperron.