Estas redes comunitarias, que aparecieron en 2020 debido a la pérdida de empleos por las restricciones sociales a consecuencia de la pandemia del coronavirus, luchan contra el hambre, principalmente con sus propios recursos, a pesar de estar vigente el decreto legislativo 1472, que exige al Programa Nacional de Alimentación Escolar Qali Warma, del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), distribuir canastas para su abastecimiento.
Sus integrantes tienen que recurrir a cobrar S/1.50 por plato y pedir donaciones a empresas y mercados, porque la necesidad que se tiene no es cubierta de manera efectiva con la asignación de productos del programa del Estado, ya que no se ajusta a su realidad, explicó la presidenta de la Federación de Ollas Comunes en Arequipa, Natividad Tacuma.
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Detalló que cada olla común recibe entre 10 a 15 bolsas de Qali Warma, cada uno contienen un lata de atún, dos tarros de leche, un kilo de arroz, fideos, medio kilo de lentejas, entre otros, que deben alcanzarles para 60 días; pero dicha dotación solo les dura una semana. “Economizamos lo más que podemos, pero es imposible estirar los alimentos para dos meses. Poco apoyo hemos tenido estos años”, expresó.
Ante el alza del gas y de los precios de alimentos, la mayoría de ollas comunes han optado por usar leña para preparar alimentos y almuerzos que no demanden gran cantidad de aceite y harinas.
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Para recibir mayor atención por parte del Gobierno, los grupos sociales decidieron agruparse en una federación que fue constituida legalmente el pasado 20 de mayo. Tacuma espera que presentando las listas de ollas comunes en la ciudad, como exige la reciente ley 31458, los gobiernos locales atiendan de manera mensual sus necesidades con distribución de alimentos según la realidad de cada olla.