En el marco del Hay Festival Arequipa, la escritora cusqueña Karina Pacheco Medrano conversa sobre el machismo en la literatura. Con una amplia producción en libros especializados en temas de cultura, discriminación y racismo nos da una perspectiva sobre este tema.
Hace unas semanas la Academia Peruana de la Lengua organizó un festival de cuento peruano y todos los invitados eran hombres, ni una sola mujer. El machismo en todo su esplendor. ¿Qué está pasando? Lo que está pasando es escandaloso. Aunque pasa en muchos países, lo que está pasando en Perú solo pasa en los países islámicos y algo así, sería impensable en México, Argentina o Bolivia, ya no te digo Estados Unidos o Europa. Esto es inaceptable y esto lo atribuyo a los organizadores, porque los invitados no preguntan quiénes estarán entre los invitados, aunque hay escritores activistas; pero lo que tendrían que hacer los escritores es preguntar y pedir a la organización que no cometan esos desatinos, porque está tan enquistado el racismo y el machismo, que no podemos permitirlo. Además, en cuento, hay muchas voces muy potentes como para que nos ignoren.
¿Crees que hay algo contra la literatura de mujeres? Creo que supone una revolución y los movimientos feministas están demandando equidad, están generando que haya una reacción. Hay un grupo de personas muy grande, que tiene que ceder espacios, porque se consideran como dueños absolutos, entonces siempre hay este tipo de reacciones conscientes o inconscientes de no querer ceder espacios y en un país como el nuestro, donde el sector cultura tiene espacios muy reducidos, es necesaria y también por la calidad de la producción; y no es que nos hagan un favor, es que la producción literaria en general es igual en calidad. No tiene ni de más, ni de menos. Entonces no hay motivos que sustenten tanta discriminación.
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Revisando la historia y recordamos la crítica despiadada que le hicieron a Clorinda Matto de Turner por su libro “Aves sin nido”, tan sólo por ser mujer, que uno se pregunta, ¿por qué no ha cambiado esto después de tantos años? Creo que mantenemos una cultura donde la construcción de lo masculino, lamentablemente, sigue sujeta a que eres más hombre en la medida que sometas a más mujeres. Por eso hay tanta permisibilidad; un hombre tiene varias mujeres y los amigos lo felicitan, pero una mujer hace lo mismo y, puta, es lo mínimo que te dicen. Un hombre abandona a su familia y es un mal padre; pero una mujer abandona su familia y es un monstruo, estigmatizada por los hijos. Por eso yo abordo ese tema en mi novela “A las orillas del aire”, qué pasa cuando la madre se va, prefiere pasar por muerta a quedar como alguien que ha abandonado, con un estigma que va a cargar ella y sus propios hijos.
Exactamente iba a citar a tu novela, donde el personaje prefiere inventarse una nueva vida que enfrentar el estigma. Es que es muy cómodo para una sociedad que haya explotados. Todos en el Perú estamos acostumbrados a que haya unas explotaciones y desigualdades económicas tremendas y de algún modo los que estamos bien o más o menos bien, nos cuesta aceptar que haya demandas de mayor igualdad porque, en el fondo, todos sabemos que eso va significar ampliar los espacios de competencia. Si todos accedieran a una buena educación, universitaria, técnica o artística; los que estamos en el otro lado vamos a tener tres veces más de competencia que siendo un club de privilegiados. Creo que también hay que ser autocríticos con eso para entender por qué es tan difícil abrirnos a la equidad.
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Claro, y aquí hablamos de la necesaria equidad de género. Las mujeres somos la mitad de la población, entonces si los espacios de poder empiezan a ser manejados con equidad y hay mecanismos que permitan que las mujeres ingresen a estos espacios, la otra mitad va sentir la competencia. Yo no digo que todos los hombres sean así, hay muchos que son activistas, pero también hay machismo en mujeres que tienen la idea de que lo normal es que las mujeres están hechas para el espacio doméstico y los hombres no; entonces tienes anquilosado un pensamiento que impide que esa mitad de la población acceda y ejerza la igualdad y los derechos en las mismas condiciones.
¿Alguna vez fuiste víctima de marginación o discriminación? He sido víctima, por ser mujer, porque muchos dudan de nuestras capacidades. Cuando una mujer escribe sobre temas afectivos en sus novelas, automáticamente te van a encasillar en la literatura sentimental o melodramática, así me lo ponen. Pero yo veo novelas de hombres que abordar los temas afectivos y nadie los califica de melodramáticos o sentimentales; al contrario, dicen qué bien que escribe sobre los sentimientos. Por ser mujer se te exige “escribir como hombre”, todo con la cabeza, rebajando cualquier cuestión sobre lo sentimental, porque lo sentimental, femenino o afectivo, parecen temas que están expresando una debilidad y ahí aparece todo ese pensamiento machista.
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La pandemia ha trastocado la vida de la humanidad y también nuestra relación con los libros; ¿Leeremos menos libros físicos? ¿Crees que es inevitable el paso a la virtualidad plena? Yo creo que el libro virtual ayuda mucho, pero el libro en papel difícilmente va a desaparecer. Es paradójico, yo creo que este tiempo que nos empuja a la virtualidad hace que de algún modo apreciemos el contacto físico. Yo paso muchas horas frente a una pantalla trabajando y si encima debo leer en una pantalla, pues ya no lo soporto; y la literatura para mí es un escape, entonces yo creo que este cambio, que le está pasando a mucha gente, va a empujarnos a volver a tener el contacto físico con un libro. Los audiolibros han crecido, pero el libro físico, al menos en Europa, no ha bajado con relación a otros tiempos.
¿Estás escribiendo un nuevo libro? Yo había decidido pasar tres o cuatro meses en España para escribir y sobrevino la pandemia; me ha afectado como editora; pero pude terminar mi novela gracias a que se fueron extendiendo los plazos para poder volver. Parte de la novela es un flashback a los primeros años de la violencia política en el Perú, a través de la desaparición de una mujer sin mayor información, pero esa desaparición lleva a relatar la historia de esos años. Pero el personaje, como yo, está muy presente en España, entonces la memoria y los encuentros y varios nudos de la novela, ocurren en el Madrid del presente. Toda esa parte es un diálogo con el presente, sin que la pandemia se involucre, pero sí se ha impuesto en la propia trama, porque era inevitable.
PERFIL. Karina Pacheco, escritora.Vivió hasta los 16 años en Cusco, donde nació. Estudió Antropología en Perú y en España vivió 12 años, hizo su doctorado Antropología de América y experta en Desigualdad, Cooperación y Desarrollo.
Producción. Su novela La voluntad del molle, publicada en 2006, marcó su debut en las letras. Dirige la editorial Ceques Editores.