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En el segundo día del vigésimo segundo Concurso Nacional del Pisco, 42 catadores se reunieron para analizar, degustar y juzgar 342 muestras de aguardiente derivado de la uva que producen 100 bodegas de las regiones de Moquegua, Tacna, Arequipa, Lima e Ica.

En esta etapa se escogerá la mejor producción de cada una de las ciudades. Ica es la región que concentra mayor cantidad de productores por lo que dos mesas de jueces, integrados cada una de ellas por ocho personas, debieron calificar el pisco traído desde esa zona.

Según señaló la presidenta del XXII Concurso, Lyris Monasterio Muñoz, los jueces cataron cuatro horas y un especialista solo puede analizar 30 muestras por sesión.

En la cata, el juez utiliza cinco sentidos, la vista porque tiene que percatarse que el pisco sea incoloro y no tenga ningún tipo de partículas, el olfato porque debe evaluar la intensidad de la paleta aromática de la muestra, dependiendo si es un pisco puro, acholado, o si fue elaborado con uvas verdes o aromáticas.

Asimismo, deberá reconocer si corresponde a la variedad quebranta, mollar, negra criolla o uvina, y si la materia prima de la bebida fueron uvas aromáticas, en sus variedades Italia, moscatel o torontel, el juez a través del olor deberá determinarlo.

En el caso del gusto, Monasterio Muñoz señala que las características que reconocerá un juez están ligadas a las variedades. En la parte del tacto se mide si el pisco es fresco, ardientes o cálido. Para calificar y establecer el puntaje se debe medir la armonía de estos elementos, lo cual permiten señalar que es un un pisco bueno y de calidad.

Por su parte, la vice presidenta de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), Claudia Quini, señaló que este concurso cuenta con el patrocinio de su organización por los altos estándares. Dicho apoyo es importante porque los ganadores tendrán el respaldo de 46 miembros en 5 continentes.

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