Cantante de música peruana andina, es diseñadora de interiores. (Foto: Cortesía)
Cantante de música peruana andina, es diseñadora de interiores. (Foto: Cortesía)

Conversamos con la autora de esta novela para conocer su interés por la música y la escritura.

¿Te consideras más música o escritora? 

Soy cantante de música andina desde hace treinta años y pertenezco al Dúo Lágrima desde hace veinticuatro, No obstante, soy más escritora que música, cuento historias y escribo desde la primaria, pues en el pueblo donde crecí, en Cabanillas en Puno, tuve al profesor Percy Zaga como guía en mis peripecias imaginarias, nos hacía escribir las famosas «composiciones». El ambiente era propicio para crear historias, mi infancia fue mágica, rodeada de naturaleza y mitos. En la secundaria al venirme a Arequipa, mi estilo cambió, empecé a narrar lo que no es políticamente correcto, así es que mis cuentos no fueron del agrado de mis profesoras. A los trece años tuve un gran interés por estudiar más a fondo a Salazar Bondy, pues había leído su antología, comencé a leer a Marx hasta que en ese tránsito del colegio a la universidad conocí las ideas de Sartre, quien marca mi desenvolvimiento como persona en este mundo así como escritora; sin embargo, mi amor siempre le perteneció a Vallejo, empecé a escribir versos desde los diez años

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¿Cuánto de la música ha influido en tu escritura?

Siempre que escribo, literatura o filosofía, hay un fondo musical, le sigo el ritmo y las frases completan los tiempos de una melodía. Por ejemplo, en mi novela Aroma de mixtura, hay partes que están escritas en tres cuartos, es decir el clásico tun de te del vals criollo, la entonación del párrafo resulta de la abstracción de las canciones de Chabuca Granda, así voy escribiendo, con ritmo y frases que se pueden cantar. Mi primera novela representa imágenes que me aparecían en la mente al escuchar el álbum Madre Tierra de la banda peruana Flor de Loto. Mi tercera novela está marcada por los carnavales y pinkullos chumbivilcanos. Así como se plantea la partitura, yo empiezo a tener lluvia de ideas, que luego estructuro, manejo los asuntos del tiempo y el espacio.

Háblanos de tu libro “Aroma de Mixtura”

Escribí Aroma de Mixtura entre 2020 y 2021, nació a partir de mi primera novela, la triada de domadores y criadores de caballo de paso peruano; extraje a estos personajes que sentí que tenían su propia historia, así es que, me puse a escribir sus vicisitudes. Es la segunda novela que escribo, he sido chancona con los detalles, porque precisamente me sostengo en la metáfora y la alegoría para plantear una cuestión estrictamente social y cultural, así como también entrelazar posiciones filosóficas, además de volver a construir frases y versos del inmenso registro que nos presenta Chabuca Granda, recordé a Aurelio Miro Quesada, José María Arguedas, José Carlos Mariátegui, Lucha Reyes y Oscar Avilés. El paso del caballo peruano marca eminentemente el ritmo de la novela, con sus adornos y el alzar de las ancas, las vueltas y recorridos en ocho, el berebere criollo va dando forma a esa mixtura desde la colonia hasta nuestros días.

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¿Qué te está enseñando el estudio de la filosofía?

A que el estudio nunca termina, a que en este mundo de «mentes brillantes» que manipulan el discurrir de la historia deben ser enfrentados con el conocimiento. De nada sirve una sociedad encerrada en la burbuja tecnológica que sigue ciegamente a los intereses de poderes económicos, restringiendo nuestras libertades, convirtiéndonos en esclavos automatizados, es por esto que suceden actos de violencia que normalizamos y somos indiferentes. Si bien es cierto, este año culmino la carrera de Filosofía, me resulta fascinante la literatura, pues considero que son dos universos que necesariamente tienen que encontrarse.

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