La presidenta Dina Boluarte ha alcanzado un nuevo hito en su gestión: más de 100 días sin contacto directo con la prensa. Desde su última aparición pública en julio, ha evitado cualquier tipo de interacción con los periodistas, un estilo que recuerda peligrosamente a su predecesor Pedro Castillo. Esta actitud de silencio, sin embargo, no es simplemente una estrategia de comunicación, es una evidencia de desconexión política.
En cualquier democracia, los periodistas no solo cumplen con la función de informar; son también un puente entre el gobierno y la ciudadanía. No obstante, la negativa de la mandataria a entablar diálogo con los medios plantea dudas sobre su capacidad para escuchar a la población. Evitar la prensa no solo la aísla de la gente, sino que también transmite un mensaje claro: no le interesa la percepción ciudadana.
Es cierto que los medios de comunicación pueden tener agendas propias y, en ocasiones, servir a intereses particulares. Sin embargo, los políticos, especialmente aquellos en cargos de tanta responsabilidad, deben demostrar habilidad para salir de circunstancias incómodas y aprovechar el espacio mediático para conectar con la población. Es a través del diálogo —no del silencio— que se construye legitimidad. La comunicación con la prensa no es un capricho, es algo fundamental para mantener el pulso de la sociedad y para que la ciudadanía forme sus propias conclusiones.
Dina Boluarte, con sus altos niveles de desaprobación, parece no haber comprendido esta dinámica. Según la última encuesta de Datum, el 92% de los peruanos desaprueba su gestión. ¿Qué ha logrado su estrategia de silencio? Nada. Solo profundiza su aislamiento y, con ello, su falta de legitimidad.
La comunicación es esencial en política. No se puede delegar. Un gobernante puede delegar muchas tareas, pero no la comunicación. Mientras Boluarte mantenga su silencio, su gobierno seguirá perdiendo la capacidad de legitimar sus acciones ante la opinión pública. Como señala el sociólogo Dominique Wolton, informar no es lo mismo que comunicar. La comunicación implica diálogo, convivencia, escuchar a la ciudadanía. Un gobierno que no comunica es un gobierno que se encierra en sí mismo.