Agni Alfonso Alberca es un trotamundo que salió de su natal para recorrer y brillar como campeón del mundo. A los 9 años, empezó a practicar con el monociclo y hoy en día es uno de nuestros más grandes representantes en Latinoamérica.

logros. Hace poco, el 16 de enero, logró ganar 5 medallas de oro en la XI Convención y Campeonato Latinoamericano de Monociclo que se realizó en Bogotá, Colombia.

Según los resultados obtuvo el primer lugar en las categorías Flatland, Coasting, One Foot, Street, High Jump, Trials.

En gladiador logró medalla de plata al igual que en Stilltand en Glinding logró medalla de bronce.

Durante su carrera deportiva ya logró acumular unas 32 medallas de oro.

Su secreto para ganar es “competir sin competir”, el vive el día a día, le encanta viajar, compartir y vivir en equilibrio. Tiene una filosofía propia.

“En el monociclo, siente placer, equilibrio, motivación y fuerza”, nos comenta.

Esta pasión nació cuando conoció a un malabarista que montaba monociclo, pues el solo hecho de estar sobre uno, ya lo impresionaba.

En un principio pensó que solo iba a aprender a montarla pero el destino le sorprendió y aprendió a manejarlo como un deporte extremo. Recuerda que el mismo malabarista le dijo que no podría montar y lo reto, le pidió que le preste su monociclo y se lo alquiló a un sol la hora, recuerda Agnideva.

No obstante, su primer monociclo fue obra de su papá Hari Alberca, que junto a un amigo recolectó piezas de bicicleta para armarlo. Aquel día, se sintió el niño más feliz del mundo. Agnideva, es su nombre indú que significa fuego en sanscrito.


MIRA ESTO:


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vive lejos. Actualmente vive en Chile, donde hay mucha actividad cultural y el puede presentarse y reunir recursos para seguir difundiendo este deporte extremo.


Ahora realiza el deporte extremo en un monociclo de alta gama que vale 700 dólares. Pero algunas piezas son de premios de los concurso en los que participa.


El monociclo le permitió estar en los mejores espectáculos y los más grandes circos. Y aunque tiene mucho mundo, no deja de extrañar su tierra Huancayo, donde anhela los atardeceres.


La hermosura de la Selva Central, comer una papa a la huancaína, pero ante todo recuerda la risa sincera de los wankas.


La meta que tiene en la vida es que por medio del arte pueda juntarse con personas que quieran hacer que la humanidad cambie, que todos comiencen a pensar de un modo mas amable, que compartan y entiendan que somos parte de algo más grande.


El muchacho recuerda que estudio en el colegio Unión y en Los Andes.


Su padre Hari Alberca, siempre lo motiva en el destino que decidió seguir. Siempre que llega por nuestro país, los visita. Además procura que estar en contacto con sus padres.