Cada domingo, la avenida Huancavelica de Huancayo, una de las principales de la ciudad, se transforma en un bullicioso mercado. Desde temprano, artesanos, comerciantes y agricultores locales llegan para ofrecer sus productos frescos y artesanías únicas. Este evento semanal, que reúne a miles de visitantes, no solo impulsa la economía local y proporciona una fuente vital de ingresos para muchas familias, sino que también preserva y celebra las tradiciones culturales de la región. La feria es un reflejo enérgico de la identidad huancaína, fortaleciendo las relaciones sociales y fomentando el turismo.

La feria dominical de Huancayo tiene raíces profundas que se remontan a la época prehispánica, cuando los pueblos indígenas de la región se reunían para intercambiar productos agrícolas y artesanales. Según el historiador Nicolás Matayoshi, autor de “La feria dominical de Huancayo: Historia y pueblo 1874 -2014″, estudio publicado en el año 2016, esta actividad era originalmente un centro de intercambio entre comunidades locales y pueblos andinos, estableciendo una red económica y cultural que perdura hasta hoy.

Con la llegada de los españoles y el establecimiento del virreinato, el mercado adquirió nuevas dimensiones, integrando productos europeos y expandiendo su alcance. En el siglo XIX, con la construcción del ferrocarril central, Huancayo se consolidó como un centro comercial estratégico, atrayendo a comerciantes de diversas partes del país y del extranjero.

En los años 70, el evento comercial ya contaba con una estructura más organizada y una notable cantidad de puestos. Según un estudio etnográfico realizado por José María Arguedas en 1956 sobre la feria de Huancayo, se encontraron 877 puestos de vendedores distribuidos en doce cuadras. Hoy en día, esta cifra ha evolucionado significativamente, con más de dos mil comerciantes registrados por la Municipalidad Provincial de Huancayo, reflejando el crecimiento y la relevancia continua de este mercado dominical.

Este crecimiento no solo muestra la expansión física y económica del mercado, sino también su capacidad de adaptación a las necesidades cambiantes de la población local y de los visitantes.

En la década de 1980, el mercado dominical fue trasladado arbitrariamente desde la Calle Real a la avenida Huancavelica. A lo largo de los años, esta actividad comercial ha evolucionado más allá de la venta de productos tradicionales, convirtiéndose en un espacio donde se puede encontrar desde verduras hasta ropa, tal como ocurre hoy en día. El crecimiento y los cambios del mercado respondieron al constante avance y a las necesidades de la sociedad de la época, anticipando las transformaciones que seguirían en el futuro.

En la actualidad, el mercado dominical es un importante motor económico y un símbolo de la identidad cultural de Huancayo.

Impacto cultural

La feria no solo es un mercado, es un crisol cultural donde convergen tradiciones ancestrales y modernas. Cada domingo, las calles de Huancayo se llenan de colores, sonidos y aromas que reflejan la rica diversidad cultural de la región. Artesanos quechuas y mestizos exhiben sus obras, desde tejidos tradicionales hasta cerámicas y joyería, mientras músicos y bailarines animan el ambiente con danzas y canciones folclóricas.

El impacto cultural de la feria se manifiesta en la preservación y difusión de las tradiciones andinas. La antropóloga Carla Huamán destaca que “la feria es un espacio donde la identidad cultural se reafirma y se reinventa constantemente”. Los visitantes pueden experimentar la gastronomía local, participar en rituales y festividades, y adquirir productos que representan el patrimonio cultural de Huancayo y sus alrededores.

Según un estudio realizado por la Universidad Nacional del Centro del Perú en 2018, aproximadamente el 70% de los visitantes considera el mercado como un importante punto de encuentro cultural. Ha evolucionado para ofrecer una amplia variedad de productos, desde calzado y ropa hasta cereales, comida y artefactos tecnológicos, reflejando tanto la diversidad de necesidades de la población local como la adaptabilidad del mercado a las tendencias contemporáneas.

Este lugar no solo dinamiza la economía local, sino que también sirve como un importante centro social y cultural, donde las generaciones se encuentran y se comparten experiencias, fortaleciendo así la identidad y cohesión comunitaria.

Impacto económico

Las ferias regionales son eventos de gran importancia para las economías locales, no solo por su capacidad para promover el turismo y el comercio, sino también por su impacto en la generación de empleo y la dinamización de sectores clave como el turismo, la gastronomía y la artesanía.

En 2020, el 30.1 % de la población total del Perú (9 millones 820 mil personas) se encontraban en situación de pobreza. Ello quiere decir que su nivel de gasto fue inferior al costo de la canasta básica de consumo, compuesta por alimentos y no alimentos. Este resultado, además, muestra un incremento de 9,9 puntos porcentuales de la pobreza con respecto al 2019, lo cual significó que 3 millones 330 mil personas pasaron a la pobreza en 2020. Estos datos nacionales también tienen repercusión en las regiones del interior, antes de la pandemia COVID 19, Junín se encontraba en la tercera región con más gasto per cápita, 610 soles. Sin embargo, luego del brote sus gastos se redujeron en más del 50 %. El impacto fue en gran medida afectando a muchos negocios, eventos y la feria dominical del jirón Huancavelica.

El impacto económico de dicha feria, está dividida en dos períodos significativos: antes y después de la pandemia de COVID-19.

Antes del brote global de COVID-19, el jirón Huancavelica solía ser un punto muy importante en el calendario económico y social de Huancayo. La gran afluencia pública se reflejaba en el bienestar económico de miles de personas, directa o indirectamente.

Tras la llegada de la pandemia de COVID-19, estos eventos experimentaron un impacto significativo debido a las restricciones sanitarias y la reducción de la movilidad global. Causando grandes dificultades económicas y sociales. A continuación, se presentan los datos actualizados que reflejan el panorama post pandemia.

La pandemia afectó gravemente la capacidad de atraer visitantes, limitando su capacidad de generar ingresos y apoyar la economía local de la misma manera que antes del brote.

Las ferias juegan un papel crucial en el desarrollo económico y cultural de las comunidades locales, proporcionando ingresos, empleo y promoviendo el turismo y el comercio. Sin embargo, su impacto ha sido notablemente afectado por la pandemia de COVID-19, lo que subraya la necesidad de adaptación y resiliencia frente a las crisis globales.

Testimonios

Sin embargo, tras el levantamiento de las restricciones, la Feria Dominical de Huancayo reabrió sus puertas, implementando medidas de seguridad y distanciamiento social. Los comerciantes adaptaron sus negocios, ampliando su oferta de productos en línea y ofreciendo servicios de entrega a domicilio. Para comprender mejor esta evolución, entrevistamos a varios vendedores que participan en la feria, quienes compartieron sus experiencias y reflexiones sobre el impacto de la pandemia en sus actividades comerciales, comparando el antes y el después de la crisis sanitaria.

Reyna Surco, una vendedora de blusas de 45 años, nos cuenta su experiencia: “Llevo más de 27 años vendiendo en esta feria. Para poder obtener un lugar aquí, hago un pago anual que varía entre 150 y 180 soles. Puedo decir que, actualmente no contrataría a otra persona para que me ayude a vender, porque las ventas han bajado un 80% en comparación con años anteriores, donde las ganancias eran mayores. Las únicas fechas en las que podemos tener más ganancias se podría decir que son durante los días festivos”.

Nilda Flores, una vendedora de tejidos de lanas naturales, añade: “Trabajé aquí años antes de la pandemia y hace poco pude reincorporarme a la feria. Hice un pago anual de 110 soles para obtener mi puesto. Nadie me ayuda a vender porque no es rentable contratar personal, ya que lo que gano no alcanza para pagar a otra persona. Además, esta feria necesita más organización; ya que, no se respeta el sector destinado para cada tipo de productos, antes los que vendían zapatos tenían su cuadra asignada, los que vendían artesanía igual, ropa por otro, muebles en otra y así era el orden de la feria, seria bueno enfatizar más en el orden.”

Amalgia Medrano, una veterana vendedora de tejidos, comenta: “Hice un pago anual de 120 soles para tener mi puesto aquí. Puedo decir que vender en la feria es más rentable que en otros lugares, aunque solo sea una vez a la semana, una ventaja que me brinda es poder tener mis caseros que ya me conocen y suelen volver. Esta es una feria muy conocida y las personas que vienen ya conocen de esta tradición, lo cual ayuda al turismo. Por otro lado, puedo decir que la feria necesita estar más organizada, me refiero a que se debe dar un orden a los sectores según el producto que se venda”.

La actividad dominical en Huancayo es mucho más que un simple punto de venta. Es una institución que ha evolucionado a lo largo de los siglos, adaptándose a los cambios sociales y económicos, y manteniendo viva la rica herencia cultural del Valle del Mantaro. Su impacto en la comunidad es profundo, proporcionando una plataforma para el intercambio económico y cultural que beneficia tanto a los comerciantes como a los visitantes.

A medida que Huancayo sigue creciendo y desarrollándose, esta reunión semanal permanece como un símbolo de la resiliencia y la diversidad de su gente, uniendo pasado y presente en un vibrante mosaico de cultura y economía. Su capacidad para integrar productos que van desde calzado y ropa hasta cereales, comida y artefactos tecnológicos demuestra su adaptabilidad y relevancia en la actualidad. Con más de 2000 comerciantes y miles de visitantes cada semana, este punto de encuentro no solo dinamiza la economía local, sino que también fortalece la identidad y cohesión comunitaria, convirtiéndose en un pilar fundamental de la vida en Huancayo.

(Trabajo elaborado por Derian Amaro Martínez, Kely Guerra Maldonado, Eliana Lagos Gálvez, Roy Picho Chagua y Joan Vito Villa como parte del curso de Periodismo de Datos Digitales de la carrera de Ciencias y Tecnologías de la Comunicación de la Universidad Continental)